Por JAKE COYLE
NEW YORK
Agencia (AP)
Aquí está, de nuevo, Johnny.
Nuestros vistazos a Jack Torrance son fugaces en la secuela de Michael Flanagan de «The Shining» (“El resplandor”), «Doctor Sleep» (“Doctor Sueño”), pero la colosal película de terror de Stanley Kubrick de 1980 rara vez abandona nuestra mente, o el cuadro. Hasta esa hacha está de vuelta. Adaptada del libro homónimo de Stephen King de 2013, «Doctor Sleep» pasa la historia al niño del triciclo en «The Shining», Danny Torrance (Ewan McGregor), ahora un adulto que lidia, comprensiblemente, con problemas psicológicos residuales de su estancia de la infancia en el Hotel Overlook.
Sí, la insaciable búsqueda de Hollywood de nuevas iteraciones de antiguas propiedades intelectuales se ha abierto camino, como el auto de los Torrance subiendo por la montaña, hasta la casa de Kubrick. La misión es tan abrumadoramente equivocada que uno quiere gritar, «¡Detente!». Y aun así «Doctor Sleep» sigue adelante, recreando tomas de Kubrick, eligiendo a actores parecidos para repetir sus escenas, rellenando el elevador de sangre y tratando en vano de recapturar algo de la espeluznante majestuosidad de «The Shining».
Quizás estoy equivocado, pero sospecho que aun aquellos que no aprecian profundamente las películas de Kubrick sentirán cierto rechazo por el rediseño de un clásico tan grande, con sus sagradas paredes reanimadas como un extinto parque de diversiones. Una cosa es que haya interminables películas de «Star Wars», pero podemos estarnos aventurando en un territorio aún más desvergonzado al vivir de secuelas de obras maestras como «The Shining». ¿Debemos también prepararnos para «2001: El regreso del monolítico» o «Barry Lyndon: de vuelta en el negocio»?
«Doctor Sleep» plantea la pregunta que todos se han estado haciendo desde que «The Shining» debutó en la gran pantalla: ¿qué pasaría si la historia sigue, sólo que agregando vampiros psicóticos con sombreros de copa?
La defensa de «Doctor Sleep» es que esta no fue creada de la nada sino adaptada de la novela de King. Para estar claros: King, que nunca estuvo satisfecho con la adaptación de Kubrick de su novela de 1977, puede hacer lo que le dé la gana. Estos son sus libros. En «Doctor Sleep», el autor se deleita trazando un camino muy distinto post “The Shining». En su nota del autor, afirma que «nada puede igualar el recuerdo de un buen susto, en especial si se le administra a alguien joven e impresionable».
La situación, sin embargo, es bastante distinta para Flanagan y aquellos que trabajan en el medio de Kubrick y hacen todo lo que puedan por imitarlo, hasta en las disolvencias. Flanagan, que previamente adaptó «Gerald’s Game» (“El juego de Gerald”) de King, también escribió el guion e incorporó un regreso al Hotel Overlook que no estaba en el libro.
Pero cuando «Doctor Sleep» replantea su propio terreno, es un thriller supernatural mucho más aceptable. La vida adulta de Danny es una de peleas de bares, cocaína y relaciones de una noche; ha estado trabajando duro para sumergir su «resplandor» en el alcohol. Sin embargo, logra estar sobrio y encuentra su lugar trabajando como asistente nocturno en un hospital donde los pacientes, agradecidos por su capacidad de ayudarlos a dormir, le dan el apodo de «Doctor Sueño».
Las primeras escenas establecen que la mitología más amplia de la película incluye a otros dos que, como Danny, poseen el resplandor. Es un pequeño número de niños clarividentes, cada vez menor debido a los teléfonos celulares y Netflix, nos enteramos. Entre ellos está la chica de 13 años Abra (interpretada por la excepcional debutante Kyliegh Curran), que apenas está descubriendo sus grandes poderes.
Pero el inconveniente de tener el resplandor en este caso son unos vampiros psicóticos. Una banda de ellos estilo gitana, encabezada por Rose the Hat (Rose la Chistera, interpretada por Rebecca Ferguson), se alimenta de sus almas, chupando hasta su último aliento su “energía” como una droga. El resplandor es como comida para ellos, y como uno de ellos dice, «el mundo es un lugar hambriento». También pueden reclutar nuevos miembros convirtiendo a aquellos con el resplandor con la promesa de una cuasi-inmortalidad.
Geográficamente separados en un principio, «Doctor Sleep» reúne a estos personajes y eventualmente los lleva a todos hasta el cuarto de hotel 237. La cinta está pacientemente tramada y Ferguson, pese al ridículo inherente de su papel, es extrañamente convincente.
Pero nada de esto es remotamente digno de «The Shining». Lo más entretenido aquí es tratar de imaginar cómo Kubrick habría reaccionado ante la idea del «fan service». Es un acercamiento aterradoramente común en el cine de hoy que debería, cuando menos, tener la sensatez de no meterse con Kubrick. Sólo secuelas y nada original hacen de nosotros chicos aburridos.
«Doctor Sleep», un estreno de Warner Bros., tiene una clasificación R (que requiere que los menores de 17 años vayan acompañados de un tutor) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por contenido perturbador y violento, algunas imágenes sangrientas, lenguaje soez, desnudos y uso de drogas. Duración: 152 minutos. Una estrella y media de cuatro.