Roger Penske (izquierda), presidente del consejo de Penske Corporation, y Tony Hulman, presidente de Hulman & Co., Foto la hora: AJ Mast/AP.

Por JENNA FRYER
Agencia Ap

Roger Penske era un adolescente de 14 años que regularmente sintonizaba en la radio las 500 Millas de Indianápolis. Un día de 1951, su padre compró boletos para la prestigiada carrera.

Ambos viajaron desde Cleveland, y Penske se enamoró del automovilismo en cuanto vio los bólidos que recorrían el Indianapolis Motor Speedway.

Ahora, es dueño de ese emblemático autódromo, de sus terrenos, de las 500 Millas de Indianápolis, de la Serie IndyCar y de todas las propiedades relacionadas, tras un acuerdo inesperado que se anunció. Para comienzos del año próximo, Penske Entertainment Corp. se hará cargo de todas esas entidades que habían sido propiedad de la familia Hulman durante 74 años.

Se trata de una de las mayores transacciones en la historia del automovilismo.

“El virus de las carreras se me metió en la sangre”, dijo Penske al recordar aquel día en que asistió a la Indy 500 con su padre Jay. “Espero que mi papá esté mirándome desde arriba, junto con este grupo y diga: ‘Hijo, hiciste un buen trabajo’”.

El gigantesco terreno donde se ubica el autódromo desde hace 110 años, y su famosa pista ovalada de dos millas y media representan una de las sedes deportivas más famosas. Y multitudes de aficionados se dan cita ahí cada mayo.

La primera carrera se realizó en 1911, y alguna vez llegó a atraer a más de 400 mil personas. La pista, con su conocida torre de pagoda, su área de garajes conocida como Gasoline Alley y su colosal graderío principal, estaba en franca decadencia en 1945, cuando Hulman adquirió la propiedad y trajo las carreras de vuelta a la esquina de la calle 16 y la avenida Georgetown, tras una ausencia de cuatro años, a raíz de la Segunda Guerra Mundial.

De la pista se originaron numerosos negocios filiales, incluida la serie IndyCar e Indianapolis Motor Speedway Productions, que fueron adquiridos también por Penske Entertainment, una rama de Penske Corp.

Los expertos no estaban seguros de cómo valuar el acuerdo. En broma, Penske dijo a The Associated Press: “No he pagado nada todavía”.

Pero la venta fue una gran noticia en una industria que ha debido lidiar con la caída en el número de espectadores en la última década.

El acuerdo se forjó en casi seis semanas. Todo comenzó cuando Tony George, nieto de Tony Hulman, se acercó a Penske antes de la carrera realizada en septiembre en California, que puso fin a la temporada.

George le deseó suerte a Penske en la lucha por el campeonato, y le preguntó si estaba interesado en una conversación sobre la propiedad de la pista.

“Como familia, acordamos que todos necesitábamos charlar con Roger Penske”, relató George.

“Simplemente le dije que me gustaría reunirme con él para hablar sobre la dirección de esto, y él puso un rostro muy serio”, recordó George, quien debió contener las lágrimas al hablar del legado de su familia. “Esto es evidentemente muy difícil. Todos amamos esto y nos interesa mucho. Nos percatamos de que, como familia y organización, probablemente habíamos llevado esto lo más lejos que pudimos. Sólo los recursos de Roger Penske podían llevar esto a otro nivel”.

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