POR HEDY QUINO
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En las primeras horas de esta mañana, a solicitud del Congreso, varios agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) se encontraban desplegados en las cercanías del Congreso. Asimismo, cerraron las avenidas, restringiendo el paso a los manifestantes que apoyaban al Procurador de los Derechos Humanos, Jordán Rodas.
Además, antes de que iniciara la sesión de la Comisión, personal del Congreso les restringió el ingreso a ciudadanos que buscan presenciar dicha citación en apoyo de Rodas. Sin embargo, grupos de detractores de la PDH sí ingresaron sin mayor dificultad.
Asimismo, personal de la Procuraduría de los Derechos Humanos denunció que trabajadores del Congreso no querían permitir su ingreso.
Durante la citación de dicha Sala, los detractores del Procurador interrumpieron en varias ocasiones las intervenciones de los diputados que cuestionaban el procedimiento que utilizaría la Comisión de Derechos Humanos del Congreso para la cesación del cargo.
Los manifestantes en contra del PDH ingresaron con carteles con consignas en contra del Procurador. Además, interrumpían en reiteradas ocasiones al Magistrado de Conciencia cuando tenía el uso de la palabra. Asimismo, se referían a él de manera despectiva.
El presidente del Congreso, Álvaro Arzú Escobar, dijo que se les prohibió el ingreso a la Batucada del Pueblo, a la Asociación de Estudiantes Universitarios y al Comité Campesino del Altiplano (CCDA) para resguardar la integridad de los diputados, señalando a que a estos grupos se les conoce por agredir a los congresistas, por toma de establecimientos y de invasión de fincas, respectivamente.
Además, cada salón tiene una capacidad máxima de personas, yo lo que recomiendo es que se levanten más temprano, indicó Arzú.
Pese a la presencia policial y cierre en las avenidas cercanas al Congreso, organizaciones y grupos civiles manifestaron su apoyo al Procurador Rodas. El colectivo la Batucada del Pueblo expresó consignas a favor del Magistrado de Consciencia y en contra de los diputados que buscan destituirlo. “Giordano delincuente”, gritaban.