Nkosikazi Nobandla Mandela
Casa núm. 8115 de Orlando Oeste
Johannesburgo
2 de abril de 1969
Cariño:
Me tomó completamente por sorpresa descubrir que habías estado tan enferma, pues no tenía ni la menor idea de que sufrieras desmayos. Conocía tus problemas de corazón y tus ataques de pleuresía.
Sin embargo, estoy muy contento de que los especialistas hayan diagnosticado la enfermedad que sufres y que los desmayos hayan desaparecido. Me gustaría que me dieras todos los detalles del diagnóstico de los médicos.
Me alegra saber que el médico de nuestra familia ha sido tan maravilloso como siempre y te deseo una pronta y completa recuperación, Ngutyana, y todo lo mejor de la vida.
La lectura de los libros El poder del pensamiento positivo y Los resultados del pensamiento positivo, escritos ambos por el psicólogo Norman Vincent Peale, quizá sea reconfortante. La biblioteca pública debería tenerlos. No les doy ninguna importancia a los aspectos metafísicos de sus argumentos, pero considero que sus opiniones sobre temas médicos y psicológicos son valiosas.
Lo que viene a decir, básicamente, es que no importa tanto la dolencia que uno sufra, sino la actitud que se tenga hacia ella. El hombre que se dice a sí mismo “lograré superar esta enfermedad y vivir una vida feliz” ya se encuentra a medio camino de la victoria. De los muchos talentos que tú tienes, los que más me atraen son tu valentía y determinación. Eso hace que destaques muy por encima de lo común y terminará por brindarte el triunfo de los grandes logros. Haz el favor de recordarlo constantemente.
El pasado noviembre escribí al jefe Butelezi (sic), primo del difunto rey Cyprian, y le pedí que transmitiera nuestro pésame a la familia real. Recibí una respuesta interesante más una carta de condolencia por la muerte de Ma.
Mis cartas de diciembre fueron para Nali y Kgatho; la de enero para Wonga, y en febrero escribí a Maki, a Zeni y a Zindzi. Lily y Gibson deberían haber recibido ya la carta de marzo. Cuéntame si todos las han recibido…
Sabata no ha respondido a ninguna de las dos cartas que le escribí.
En la carta de Kgatho mencioné a los parientes a quienes se podía enviar fondos.
El 8 de marzo debía recibir una visita que nunca llegó. ¿Quién era? ¿Por qué no vino? Ya no me quedan fondos. He recibido el American journal.
¿Has sabido algo de Mary y Paul sobre Sweet & Maxwell? He oído que Reggie está teniendo dificultades con los niños y que Malome está enfermo. ¿Puedes contarme más?
Mis mejores deseos para nuestros amigos Moosa y Maud.
Una foto de familia, por fin, “¡qué obra maestra!”. Kgatho y las hermanas están magníficos y me proporcionó mucha alegría ver la foto de Ma. Tu pequeño retrato casi causa una revuelta. “¡Ayingo Nobandla lo!”, _ ¿no es esta su hermana pequeña? Madiba lleva demasiado tiempo en la cárcel y ya no reconoce ni a su cuñada. Tuve que sufrir estos y otros comentarios que me caían de todas partes.
Tu retrato me despertó sentimientos cruzados. De alguna manera pareces triste, con la mirada perdida y enferma, pero encantadora al mismo tiempo. La foto grande es un estudio magnífico que muestra todo lo que conozco de ti, la belleza devastadora y el encanto que diez años de matrimonio tormentoso no han enfriado. Sospecho que querías transmitir un mensaje especial que ninguna palabra lograría expresar jamás. Ten por seguro que lo he entendido. Todo lo que deseo decirte por ahora es que la foto ha despertado en mí los sentimientos más tiernos y ha atenuado la amargura de todo lo que me rodea. Ha agudizado la añoranza que siento por ti y nuestro dulce y pacífico hogar.
Estos últimos días mis pensamientos han vagado lejos, muy lejos; a la calle Hans, donde una amiga saltaba dentro de una furgoneta azul y se desprendía de las solemnes promesas que son de rigor entre una novia y su prometido… para lanzarse inmediatamente después dentro de un Olds al otro lado de la manzana, con promesas igual de dulces y reconfortantes; la destreza con la que manipulaba sus “estudios”, nocturnos en la Chancellor House hacía posible recibir y entretener a viejos amigos tan pronto como los nuevos amigos procedían a entrar en un gimnasio de boxeo. Todos estos recuerdos vuelven una y otra vez mientras examino el retrato.
Por último, Mhlope, quiero que sepas que si mis anteriores cartas no han sido apasionadas es porque no me gustaría agrandar la deuda que tengo con una mujer que, a pesar de las extraordinarias dificultades y la falta de experiencia, ha conseguido mantener los fuegos del hogar encendidos y atender a cada una de las pequeñas necesidades y deseos de su compañero de vida encarcelado. Todas estas cosas me hacen ser humilde como objeto de tu amor y de tu cariño. Recuerda que la esperanza es el arma más poderosa, incluso cuando todo lo demás ya está perdido. Tú y yo, sin embargo, hemos ganado mucho con los años y estamos haciendo progresos en aspectos muy importantes. Estás siempre en mis pensamientos, en todos los momentos de mi vida. Nada te va a pasar, querida. Sin ninguna duda vas a recuperarte y a levantarte.
Un millón de besos y mucho, mucho amor,
DALIBUNGA
Dile a Kgatho que le deseo buena suerte en sus exámenes, y a Nomfundo, que estoy muy contento de ver que no se ha desalentado. Hazle saber que la perseverancia es la llave del éxito. Espero que pudieras hacerle llegar la carta a Cecil.