Juan José Narciso Chúa
La sociedad guatemalteca ha sido signada por una condición de adversidad que le ha negado su propio desarrollo, así como le ha rechazado la posibilidad de bienestar. La independencia se gestó en una perspectiva –se dejó en el acta misma–, en donde se señalaba la necesidad de hacerlo así, antes que el pueblo lo provocara de otra forma. Ahí se configuró un grupo social que continúa estableciendo sus dominios hasta hoy: los criollos. Ni hablar de las condiciones en que se dejó y se marginó a los pueblos originarios a pesar de sus luchas e intentos de recomponer violentamente, el poder –no les quedaba más que esa alternativa– y los motines están documentados.
La lucha entre conservadores y liberales constituyó una lucha que aherrojó a la sociedad aún más, aunque los liberales intentaron diseñar una sociedad más justa y más integral, el caso del doctor Mariano Gálvez es un caso paradigmático, una persona adelantada a su tiempo, pero los conservadores planteaban una sociedad menos abierta y vinculada a la iglesia y controlada por el Ejército –acá ya se gestó otro estamento que todavía hoy pervive–.
La Revolución Liberal de 1871, fue importante, no cabe duda, pero una entente entre un liberal connotado con un conservador cerrado, con lo cual ciertamente se configuró la que hoy es la estructura agraria, la introducción del café y se definió, de alguna manera, la presión de las élites agroexportadoras, tal como hoy subsisten, con ligeras modificaciones.
La Revolución del 44 fue un hito histórico en la vida de nuestro país y nuestra sociedad, un proyecto de avanzada, liberal en su concepción, con un equipo de Gobierno con cuadros de alto nivel y visionarios, aunque con contradicciones, plantearon una institucionalidad fuerte, un Estado independiente y un conjunto de acciones orientadas a dotar de condiciones distintas a los ciudadanos. El ignominioso golpe fraguado por Estados Unidos –con los Dulles a la cabeza, hoy recreada en la novela de Vargas Llosa Tiempos Recios–, hundió a la sociedad en una espiral de violencia, una guerra civil interna, con gobiernos derivados del fraude y militares por definición, plagada de golpes de Estado ante cualquier atisbo de cambio.
Así llegamos a la democracia con la Constitución de 1985, hoy 34 años después, con uno de los intentos más importantes para avanzar hacia una sociedad distinta y romper con la hegemonía de élites, militares y funcionarios, quienes se dieron a la tarea de cooptar el propio Estado y hacerse de todo lo que fuera posible del patrimonio del mismo, para sus propios intereses y generar una nueva clase dominante que se hacía millonaria en cada régimen, en una parranda de dinero, fiesta y fortuna, mientras la sociedad continuaba desplazada y sin posibilidades de cambio.
La CICIG llegó y generó un gran espacio para la esperanza, propició una legalidad democrática, en tanto, todas las personas, no importando su posición de clase, su calidad de funcionario o su función de empresario y ahí uno a uno fueron develándose casos paradigmáticos de cómo expoliaban el Presupuesto del Estado y se seguían recreando millonarios fáciles pero de poca monta.
Hoy, por medio de una conspiración entre los mismos grupos que han tenido aherrojada a la sociedad, cooptado al Estado y hecho del país su propia finca, utilizando a un Jimmy Morales, una persona advenediza en política pero perverso en su actitud y pusilánime en su gestión, terminó por acabar con esa esperanza que se recreó con la CICIG, para hoy conducirnos a una regresión social, política y económica, por medio de un Pacto de Corruptos que pretende restituir nuevamente ese entente de funcionarios venales, empresarios corruptos, militares contrainsurgentes, columnistas, medios de comunicación y un montón de intelectuales orgánicos a este proyecto conservador, se preparan para llevarnos en un retorno negativo a un tiempo que les asegure reestructurar los grupos de poder. Como sociedad tenemos que tener claridad que este constituye un paso al vacío, del cual no se sabe cómo saldremos, pero sí hasta donde caeremos irremediablemente, por ello ciudadanos, no permitamos que esta situación se consolide, debemos luchar en la adversidad contra este proceso que nos llevará al desastre como sociedad.