Lenina García
Poeta
Lenina Amapola García López (1992)
Maestra de Educación Primaria y Profesora de Enseñanza Media en Lengua y Literatura por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Estudiante de la licenciatura en la Enseñanza del idioma Español y la Literatura, e integrante del Colectivo Literatas que dan lata. Sus cuentos y poemas han sido publicados en la Revista Primeros Auxilios, Volumen I, Chuleta de Cerdo Editorial (2016) y en blogs digitales. Del 2017 al 2019 ocupa el cargo de Secretaria General de la Asociación de Estudiantes Universitarios “Oliverio Castañeda de León” de la Usac.
II
Irrumpimos el silencio
en la longitud de la historia.
Descubrimos el fuego,
perfeccionamos la daga,
moldeamos
el gemido primitivo del lenguaje,
caminamos
en la coraza fértil de la tierra,
primero como reptiles,
luego como mamíferos
nómadas y erguidos.
Navegantes hemos sido
guerreros, herejes, rapsodas.
Nos cambiamos de nombre
y a la historia también.
Patriotas o extranjeros,
encima de tantos caballos
cabalgamos la vida.
En nombre de la libertad
promotores de guerras,
encima de los cadáveres
instauramos fortalezas.
Tantos descubrimientos,
tantas lunas devoradas
y al final en las manos
siempre nos queda
la paradoja de la existencia.
III
La cola del tiempo
se enrosca en nuestro cuello,
algo tenemos de pasado
que nos nacen las arrugas.
Vuelven las preguntas,
las no respuestas,
la llaga primitiva
de sabernos mortales.
Muertos, desde siempre
La muerte nos ha llegado
desde hace mucho,
tan solo vivimos
regenerándonos,
reponiéndonos
de la agonía.
La muerte
camina afanosa
junto a nosotros
y le huimos absurdos
sin sabernos cadáveres.
Algo de arrebato,
algo de duda,
algo de anhelo
revive el reloj del latido,
fuerza que nos orilla
a ver el sol entre la escarcha
a fundir la estatua de la inercia
a resistirnos.
La muerte nos calza
y aún así palpitamos
en los brazos tiernos
de la vida,
aspirantes a ser humanos
con la voz seca,
el sudor escurrido
y los sueños a medias.
Escupida
Nunca antes la realidad
se había quitado la piel
y me había mostrado
tan de cerca sus llagas,
nunca antes me había escupido
un gargajo sólido, fétido
como si estuviera en deuda
como si no existiera.
O tal vez no exista
y la vida sea una prolongada mentira
donde solo hay espacio
para ser espectador.
A penas me limpio la cara,
camino sin rumbo
por la ciudad y su incendio,
mañana tal vez amanezca tirada en la acera
con una bala entre las sienes,
porque me negué a ser parte de esta farsa
porque no pude asesinar al viento
porque no fui de este territorio
ni de este tiempo.
La que aún no se conoce
Esta es
la que aún no se conoce
la que despunta sus primeros rayos al alba
la que flota entre las lágrimas.
Esta es
la que aún no nace
la que gira, siempre gira
en Luna nueva
la que se atreve, la que se frena,
mariposa escuálida
botón de orquídea.
Esta es
la única que quedó entre las ruinas,
entre espejos rotos,
máscaras,
ensoñaciones fallidas.
Esta es
el único retoño de vida
¡el único que queda!
Con este empezará su primavera.