Raymond J. Wennier
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Mi corazón está lleno de gratitud y de amor a Dios porque me permite ver el fruto de lo sembrado hace cuarenta años, a Carmen y a Raymond John quienes siempre me han apoyado pero sobre todo, a los ex alumnos y ex maestros del Colegio Metropolitano y al Colegio mismo.
Hoy en elPeriódico, hay un artículo firmado por el Ingeniero Celso Cerezo Bregni; Celso entró al Colegio en prekinder y estuvo con nosotros hasta que se graduó de bachiller. Hoy también, pasó a visitarnos y rememoramos muchos momentos preciosos en su vida y en la nuestra. Celso ha organizado, junto a otros ex alumnos y ex maestros del Metro una red de apoyo a nosotros en momentos difíciles que enfrentamos. ¿Qué podemos decir que implique más que la palabra gracias? Dios los bendiga a ellos y a sus familias hasta su quinta generación.
El lunes fuimos invitados por los directores del Colegio Metropolitano, a una celebración de los cuarenta años de un colegio que mantiene los ideales y los valores con los que fue fundado. En unos cuantos párrafos, recordé como nació el Metro.
En 1976, empecé a escribir una filosofía educativa que formara al ser integral, sistémico y único. Durante dos años hicimos estudios de factibilidad y empezamos a escribir un programa educativo. En 1979, Martin Luther King dijo “I have a dream”, adopté su frase y lo iniciamos el 1 de septiembre abriendo inscripciones en una casa alquilada en la cuchilla entre la segunda y tercera avenidas de la zona 14. Tuvimos tantas solicitudes que creamos prekinder, subimos hasta tercero primaria y empezamos a buscar otro sitio. Lo encontramos en la décima avenida de la zona 14, hoy Plaza Futeca y durante 15 años estuvimos en ese lugar.
Buscamos un lugar propio que nos permitiera ejecutar el plan educativo que lograra un proceso de integración entre FAMILIA, ESCUELA y SOCIEDAD. Lo encontramos en Piedra Parada. El diseño de los planos que respondieran a este modelo educativo, tomó dos años de reuniones con arquitectos padres de familia, maestros, alumnos y personal de apoyo para concluir en un diseño de construcción que incluyó la opinión de todo un EQUIPO que tendría que lograr las metas de continuar con el modelo experimental autorizado por el Ministerio de Educación; anualmente presentamos los logros que incidieran en el Sistema Educativo Nacional. Logramos mucho en cuanto a conservación del medio ambiente, enseñanza de la lectura y escritura y a modelos innovadores de procesos educativos que se iniciaron y terminaron en un resultado visible y medible.
Nuestra metodología activa, interactiva, participativa, formativa, multisensorial e integradora, se basaba en que cada alumno es un ser único, sistémico y especial. Para su formación, diseñamos el programa de las tres formaciones: ACADÉMICA (cerebro, cabeza), PRÁCTICA (cuerpo) y PERSONAL (corazón, personalidad). Esto se traducía en la formación de valores éticos, en formar personas honestas que al llegar del tiempo se integraran a la sociedad guatemalteca para beneficio de Guatemala.
Hace cuarenta años, inicié un sueño; hoy perdura en cada ex alumno del Metro, en cada uno de los que tienen a sus hijos en el colegio que los formó. Puedo decir, porque lo vi ayer, que el actual Colegio Metropolitano, continúa ese sueño. Gracias Colegio, gracias exalumnos, gracias exmaestros.
