Según las postuladoras para nominar candidatos a magistrados que deberá elegir el Congreso, la premura del tiempo no permitirá que se hagan entrevistas a los aspirantes ni que sean sometidos a pruebas psicométricas, lo cual parece ser muy conveniente a un “status quo” al que le urge que a la llama sean designados los administradores de justicia de acuerdo a los patrones que hasta hoy han prevalecido, es decir, la cooptación y compadrazgo para que quienes ocupen las magistraturas sean los previamente pactados, es decir, quienes asumieron ya el compromiso (que no debe hacerse público) de trabajar para apuntalar el régimen de impunidad que es tan alentador para que el país siga por esos derroteros de corrupción que nos han hundido.
Honestamente no es que nos hagamos la ilusión de que las entrevistas y las pruebas podrían ser un valladar para el avance de esa cooptación, pero indudablemente que eran un instrumento para facilitar la fiscalización del proceso porque la sociedad podría darse cuenta de la calidad de magistrados que elegirían los diputados como siguiente paso. Por ello es que resulta tan cómoda y conveniente la decisión de no hacer pruebas ni someter a ningún leve interrogatorio a los aspirantes, aunque ya sabemos que así como en la elección de postuladores que hicieron los magistrados de Salas de Apelaciones, todo está ya debidamente arreglado y pactado, sin que haga falta hacer realmente una selección porque únicamente pasarán en la lista los que asumieron los “necesarios compromisos” con un sistema que pareció hacer agua cuando la Comisión Internacional Contra la Impunidad develó la extensa red de cooptadores del Estado, pero que se ha recompuesto para volver a tomar aire para seguir operando sin inmutarse.
De todos modos, fracasado o mejor dicho boicoteado, el esfuerzo por la reforma del Sector Justicia que contemplaba modificaciones a la manera en que son designados los jueces y magistrados, no había mucho que esperar ni ilusiones que hacerse. Eligiendo los mismos y entre los mismos, los resultados serán ¡Oh sorpresa!, justamente los mismos y lo que se avizora es un más férreo control de las judicaturas de parte de los poderes ocultos. Porque repuestos del sobresalto que fue la lucha contra la corrupción y la impunidad, han jurado no volver a sufrir, nunca más, esos temores que les hacían despertar con el miedo de que a las seis de la mañana apareciera la PNC (sin que desde Gobernación se filtrara información) junto a los fiscales y los investigadores de la CICIG para realizar capturas de los “intocables”.