Carlos Figueroa Ibarra
El martes 3 de septiembre de 2019, la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) finalizará sus funciones, abandonará el país. Por ello el martes 20 de agosto, tal organismo internacional presentó su informe final titulado: “El legado de justicia en Guatemala”. En dicho informe y en su intervención a larga distancia en esa ceremonia de cierre (tiene prohibido su ingreso al país), el jefe de la comisión, Dr. Iván Velásquez, resaltaron que en sus doce años de existencia logró procesar a 1 mil 540 personas presentándolas al Ministerio Público. Además sus investigaciones lograron desmantelar a 70 estructuras criminales, presentar 120 casos de alto impacto y más de 100 solicitudes de retiro de inmunidad de funcionarios involucrados en actos de corrupción. La CICIG coadyuvó también en la creación de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI). Indudablemente la lucha por la justicia de la CICIG afectó intereses poderosos entre ellos los del actual presidente de Guatemala, Jimmy Morales, cuyo hijo y hermano, fueron procesados en el marco de acusaciones de corrupción. Nada extraño fue que en la ceremonia de cierre, un grupo pequeño de los afectados por las acciones investigativas montaran actos provocadores y protagonizaran un show propio de un fundamentalismo religioso al orar dando gracias a Dios por el término de las funciones de la comisión.
La salida de la CICIG deja a Guatemala en una situación de orfandad. Es imperiosa la necesidad de un organismo internacional independiente del Estado guatemalteco, simplemente porque el Estado guatemalteco es un Estado fallido. Esa necesidad se sustenta en una tasa de ineficiencia judicial que llega al 90%, un sistema penitenciario colapsado, elevadas tasas de violencia delincuencial, una penetración sin precedentes del crimen organizado en el Estado y en la iniciativa privada. En estos doce años la justicia en Guatemala logró avances sin precedentes y los poderosos empezaron a temer las consecuencias de sus inmensos actos de corrupción. Fueron las revelaciones de la CICIG con respecto a la existencia de una banda criminal que llegaba hasta la Presidencia de la República (“La Línea”), las que desencadenaron las históricas manifestaciones de masas de 2015. Casi un gobierno completo terminó en la cárcel empezando por el Presidente y la Vicepresidenta de Guatemala.
Hoy la CICIG llega a su término. Ha sufrido el embate propio de los intereses más reaccionarios y mafiosos que existen en el país. Y una vez más ha sido la propaganda anticomunista el arma con la que se ha intentado socavar su prestigio. La ultraderecha mira como logros de “la guerrilla” infiltrada en el Estado, a la CICIG, su coadyuvancia en el surgimiento de un Ministerio Público independiente, la creación de la FECI, la fundación del Archivo Histórico de la Policía Nacional, los éxitos en los juicios contra genocidas etc. Resulta desconcertante observar cómo la CICIG abandona el país en el contexto de ausencia de manifestaciones de protesta como las de 2015, pese a tener más del 70% de popularidad. Revela las limitaciones de aquellas manifestaciones. Todo un tema para análisis posteriores.