Enán Moreno
escritor y académico
El libro se llama Cuentos en carreta, y tiene ilustraciones del poeta y narrador Luis Alfredo Arango quien, además de la literatura, practicaba el dibujo y la acuarela (tengo alguna muestra de esta expresión pictórica de Luis Alfredo). El autor de estos cuentos es Mario René Matute (1932-2017), de quien siempre he tenido noticias por algunos de sus libros, como el poemario Sueños cóncavos (1997) y la conocida novela Palos de ciego (2001); además, conozco a su hija Ilonka y tuve amistad con una cuñada suya, la escritora Circe Rodríguez.
Mario René perdió la vista a la edad de cuatro años, pero esto no fue obstáculo o impedimento para que él viviera su vida: estudió y obtuvo un título profesional (Psicólogo, Universidad de San Carlos) y se realizó como escritor, publicando unas diez obras literarias, entre las que se encuentran los géneros de ensayo, poesía, cuento y novela. Quienes lo trataron hablan de su entusiasmo por la vida, su jovialidad y su sentido del humor. Si bien mucho más se podría escribir acerca del escritor, me refiero ahora al libro, para que se tenga idea de su contenido.
En esta carreta vienen veinte cuentos, cuyos títulos quiero citar: El carretero, Tromposis, Qué suerte caer preso, Los calzoncillos de don Patrocinio, La bruja, El gato, Onirismo, El milagro, La hojas de Santo Domingo, El diablo, El revuelo de las mujeres, El coronel Baqueta, El cagao, Un apellido a caballo, Concurso: ¡Requiescat in pace!, El negro tizón, El Italiano, Sombras en la pared, Puras ciegadas y Mis viejos espantos.
Se trata de cuentos breves: van de una a cuatro páginas. Todos son de agradable lectura. Hay historias interesantes, inesperadas, misteriosas, de amor y aun historias sobrenaturales, lo cual mantiene entretenido al lector. Se observa, también, ingenio, humor, anécdotas escuchadas a otras personas y que el autor convierte en literatura. Los personajes son populares, adultos, jóvenes o niños. En el cuento Puras ciegadas, me parece, el autor se retrata, y en Mis espantos, a lo sobrenatural se suman rasgos poéticos. En general, la prosa es buena.
En Cuentos en carreta el autor (cariñosamente llamado El Choco Matute, por sus amigos) muestra sus dotes de narrador, y pienso que es un buen libro para adentrarse en la obra literaria de Mario René.
Para cerrar estas notas, ofrezco una muestra breve del contenido del libro.
De El carretero, el párrafo inicial:
Todo se encaja en un ritmo, en un orden sucesivo que torna y de nuevo se esfuma. Tal vez ya aquella carreta cansina no volverá con los soles gastados de las seis de la tarde, ni el olor a los ladrillos nuevos que recogía en la ladrillera del final de la calle. No retoñarán las flores de izote que hacían valla a su paso lento; ni los bueyes que iban dejando atrás el celaje al irse a dormir pasando bajo los cipreses… Pero todo parece rodar de nuevo, entrar por las esquinas con el canto en lo alto de una despreocupación y la carcajada festonada con un bigote carbonero.
De Mis viejos espantos, los párrafos tercero y cuarto:
Aquella noche atraqué en el antiguo dormitorio. Hacía muchas telarañas que no ensayaba un sueño entre aquellas paredes; sin embargo, la distancia no había opacado del todo los recuerdos, estaban como flor de insomnio, allí no más, al alcance de la mano. La noche era la misma ya conocida desde antaño: se fueron aproximando tímidamente, los mismos ruidos, las mismas voces, la misma gota de agua en el mismo grifo…
Allá afuera se repetía una noche cualquiera de la lejana niñez: autos cayendo por la avenida principal, bolitos que dejan caer palabras pastosas a media calle, el tren que viene entrando desde alguna parte, el viento solo y una canción perdida…