BARCELONA
Agencia dpa / (Europa Press) –
«Veo a los hombres totalmente frágiles, confundidos, perdidos».
La escritora argentina Ariana Harwicz ahonda en el rol del hombre en el siglo XXI, que se ha quedado «sin causa», en su nueva novela ‘Degenerado’ (Anagrama), ha explicado en rueda de prensa.
La novela es la historia de un proceso judicial a un hombre acusado de pedofilia, donde lo importante es la acusación contemporánea que pesa sobre éste; en un monólogo que enfrenta a un hombre y a «una sociedad que lo ha saboteado», y que se siente estafada por el protagonista.
Finalista del Booker Prize, Harwicz ha dicho que ‘Degenerado’ trata más de un «chivo expiatorio» que de un crimen atroz, y ha señalado que se trata del primer libro que escribe en la voz de un hombre.
«Nosotras tenemos la opción política bien clara en este siglo, pero no entiendo cuál es la causa política de los hombres. Los veo desarmados», ha dicho la escritora, que cree que los hombres no saben qué hacer.
Ha dicho que ve al hombre contemporáneo oscilante entre el escándalo y la inhibición: «No saben qué hacer porque se han roto los códigos. Los veo entre degenerados e inhibidos, y se están buscando».
RECONSTRUCCIÓN MASCULINA
Ha considerado que el gran desafío de este siglo es que los hombres «se reconstruyan», y con esta novela ha tratado de ponerlos en el banquillo, ante una especie de juicio.
«Veo a los hombres totalmente frágiles, confundidos, perdidos y con miedo. A la mujer la veo fuerte, con una causa, una motivación», ha dicho la escritora, que ha considerado que hay un estado de confusión propio de una revolución, y que de ellos no se espera que vayan a la caza, a conquistar continentes, o a la luna.
Ha reivindicado que la literatura no puede desoír a los tiempos actuales porque «hay una dialéctica entre la época y la literatura», y ésta no tiene que ser servil, sino tomar riesgos.
REFLEXIÓN DE LA LENGUA
La autora que vivió 30 años en Argentina y está afincada en Francia desde 2007, ha reivindicado que la novela también es una reivindicación de la lengua; y para ella vivir en Europa es, sobre todo, «una experiencia de la lengua», ya que en Francia es necesario siempre hablar correctamente y entrar en la normalidad.
Frente a esto, ha admitido que ella aplica la lengua de una forma «mestiza, corrompida, sucia, interferida» y, al fin y al cabo, con un francés del inmigrante.
La directora editorial Silvia Sesé ha destacado que se trata de una novela difícil de adjetivar para no caer en tópicos, y si bien es cierto que es radical, valiente y arriesgada, también la ha considerado una sacudida: «Un editor lee una media de 400 páginas a la semana, y eso adormece, y siempre estás deseando que algo te sacuda».