Paul Simon canta en el Flushing Meadows Corona Park en Nueva York. Foto la hora: Evan Agostini/Invision/AP.

Por HILLEL ITALIE
NUEVA YORK
Agencia (AP)

A Paul Simon no le importan mucho los pedidos del público, pero quizás le pida que lo acompañe cantando una canción.

El cantante y compositor fue el invitado de honor de la Sociedad de Poetas de Estados Unidos durante una cena benéfica en el Jardín Botánico de Nueva York.

Otra invitada de honor fue la veterana editora de poesía Alice Quinn. Ambos tienen décadas de trayectoria en las que han sido venerados por amantes de las letras.

Quinn ha alentado a innumerables poetas, entre ellos a Sharon Olds y Edward Hirsch, como profesora adjunta en la Universidad de Columbia, editora de poesía de The New Yorker (1987-2007) y editora en Alfred A. Knopf. Está por retirarse como editora ejecutiva de la sociedad de poetas, donde ha prestado servicios desde 2001. Fue presentada por la poeta laureada estadounidense ganadora del premio Pulitzer Tracy K. Smith, quien elogió sus contribuciones a «la vida interior a lo largo y ancho de este país y más allá».

Quinn apuntó que Simon había sido un defensor de la sociedad de poetas y recordó haberlo visto en las oficinas de Knopf, que publicó un libro con sus letras. Simon fue entonces presentado por el ex poeta laureado de Estados Unidos Billy Collins, quien destacó que el músico fue uno de los primeros compositores de rock que usó la palabra «poesía» en una canción («I Am a Rock») y nombró a poetas, como a Robert Frost y Emily Dickinson en el tema «The Dangling Conversation».

Aceptó el nuevo reconocimiento en tres partes: leyó obras de dos poetas que murieron este año, Les Murray y W.S. Merwin; charló brevemente en el escenario con Collins sobre literatura; y, para deleite del público, interpretó unas cuantas canciones.

Simon, de 77 años, ya no hace giras y su voz sonó algo cansada al comienzo. Pero fue adquiriendo fuerza, y hasta bailó un poco, mientras entonaba favoritas como «Me and Julio Down by the Schoolyard» y «The Boxer». Le pidió a la audiencia que lo acompañara en el coro de «Lie-La-Lie» mientras un pequeño grupo acompañante agregaba toques de jazz y música cajún.

Pero cuidado con hacerle un pedido. Simon explicó que durante un espectáculo vio a una mujer acercarse llorando al escenario para rogarle que interpretara cierta canción, pero el músico no pudo entender lo que decía. ¿Qué canción se preguntó tenía para ella una «conexión tan profunda» que no podía parar de llorar? Quizás le recordaba a «un ser querido o un padre”, pensó.

Finalmente la mujer se compuso y le preguntó: ¿Podrías tocar «The Lion King»?

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