La utilización de fondos públicos para la compra de votos no es un invento de este gobierno ni es algo nuevo en la vida nacional. Los mismos miembros de la UNE que ayer citaron a funcionarios del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación para evidenciar el uso clientelar de los recursos del Estado saben perfectamente cómo es que opera el sistema porque cuando ellos estuvieron en el gobierno hicieron lo mismo que ahora cuestionan y que es posible porque no se han introducido normas férreas para castigar el mal uso que se hace del dinero del pueblo.
Tan arraigado vicio forma parte ya del sistema político mismo y no debe sorprender a nadie ni siquiera la desfachatez con que se ha actuado ahora, tomando en cuenta que ni siquiera se guardaron las apariencias ni se trató de disfrazar la operación como lo han hecho otros gobiernos en el pasado. Urgidos y a última hora, no les quedó más remedio que actuar burdamente y dejando todas las evidencias y huellas de las operaciones que se hicieron para permitir la entrega de dinero contante y sonante a muchos electores que, fieles a la tradición también ya establecida, entregan su voto a cambio de bagatelas, contribuyendo así al descalabro que somos como país.
Hemos dicho hasta el cansancio que el problema radica en la estructura misma de un sistema que fue pervertido paso a paso para convertir nuestra democracia en una auténtica pistocracia que se aprovecha de la necesidad de nuestro pueblo y de la candidez de los electores que con pisto en mano cumplen emitiendo su voto a favor del donador de los recursos. Y es tan evidente la acción que el mismo candidato oficial, al defenderse, no hace sino atacar a la misma UNE que también recurre a la compra de voluntades aunque con dinero de ignorado origen, porque según lo que reportan al TSE no se puede establecer quién o quiénes son los mecenas que les están ayudando a sufragar los regalos que dan a los asistentes a las actividades partidarias.
Sabiendo que llegue quien llegue su condición de vida no va a cambiar, los electores prefieren recibir esas dádivas a cambio de sus votos por aquello de que “algo es algo”, vieja práctica que arrancó desde aquellos tiempos de la UCN de Carpio, cuando se creó el concepto del partido-empresa que ha resultado tan rentable para los propietarios de las fichas que permiten la postulación de candidatos a los puestos de elección popular, tanto a nivel nacional como a nivel local.