Raymond Wennier

raymondwennier@yahoo.com

Estadounidense residente en Guatemala hace 46 años. Maestría en Administración Educativa, Memphis State University, Memphis, TN. Licenciatura en Pedagogía y Administración Educativa, Universidad de San Carlos de Guatemala, Colegiado activo 410. Trabajo: En áreas urbana y rural guatemaltecas. Consultor Educativo. Docencia y Administración Educativa. Publicaciones: Alrededor de 600 artículos sobre temas educativos de 1,980 a la fecha. Autor del libro "Liderazgo, una nueva conceptualización", 1987.

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Raymond J. Wennier
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La política como tal es una ciencia, un campo específico de acción humana y el negocio es otra ciencia con campo específico también. La educación, adiestramiento y práctica, necesarios en cada uno de estos campos, requieren tratar una serie de temas en formas más especiales.

Sin embargo, ha resultado que la política se está aprovechando de los negocios y algunos de los dueños están de acuerdo, siempre y cuando saquen algo que los beneficie; como dicen en inglés, “bottom line”, la línea que demuestra la ganancia del negocio. Esa integración de los dos campos resulta en conclusiones y consecuencias que no sólo afectan a esos campos, sino producen acciones y efectos que no siempre son positivos. La razón de que suceda lo anterior, es que el negocio puede influenciar políticas que afectan a otras instituciones y a individuos en su quehacer diario. Si no conviene al negocio, entonces bloquean iniciativas de ley pero si les conviene, hacen “lo que sea necesario” para lograr aprobar determinada ley.

Hay varias situaciones vigentes, que plenamente demuestran lo que estoy diciendo; no tengo que enumerarlas, son bien publicitadas en los medios de comunicación.

Como estamos en ciclo eleccionario, es correcto enfatizar más el campo político. Uno de los comentarios acerca de los discursos de los candidatos a puestos de elección popular, especialmente el de los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia, es el tema de PROMESAS. Algunos mienten descaradamente porque prometen lo que saben no podrán cumplir.

Los candidatos tratan de usar la psicología para lograr la emotividad de la persona, una reacción y comportamiento, previos, a la llegada de información a la corteza prefrontal donde están las funciones ejecutivas, dentro de ellas el juicio.

El ser humano vive de la esperanza de conseguir algo mejor para vivir. Es así que la promesa se dirija hacia ese fin. La promesa involucra a cada individuo, lo personaliza, lo hace sentirse parte importante y aquí es donde entran la ética y la responsabilidad del candidato.

Para poder hacer eso, el candidato a la presidencia tiene que conocer, no sólo los datos generales, sino al detalle, las necesidades de cada una de las trescientas cuarenta municipalidades. No hay dos iguales, cada una con prioridades urgentes. Aquí está la diferencia entre IGUALDAD (general) y EQUIDAD (particular).

La población tiene expectativas grandes de que el candidato elegido va a resolver las necesidades; es la explicación, una interpretación y una predicción de lo que el candidato ha dicho.

Cito de Prensa Libre, “Efectivo” número 400, el 7 de mayo de 2019: “Es fundamental que sus clientes sientan que hay empatía… Si quiere que le sigan (clientes) y se interesen en usted, debe adelantarse a sus intereses y esto sólo se logra a través de la información… Personalice el mensaje… por ello es importante que defina un mensaje claro y adecuado”.

¿No les parece lectores que esa cita influencia las acciones de los candidatos a la Presidencia?

Sí, tristemente la política es negocio y el negocio muchas veces, es política.

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