Guillermo Paz Cárcamo
Escritor
“He rechazado este premio por una sencilla razón: se llama Miguel Ángel Asturias, él fue un escritor de muchos méritos, sin embargo, él escribió la tesis El problema social del indio, en donde ofende a los pueblos indígenas de Guatemala, de los cuales yo soy parte. Por lo tanto, a mí no me honra recibir este premio. Respeto mucho su literatura, pero no me siento cómodo en este sentido, así que por esta razón yo declino recibirlo”.
Al día siguiente la BBC de Londres anunciaba: Poeta indígena rechaza premio y El Universal de México: Rechaza poeta guatemalteco Premio Asturias. En el ámbito nacional se armó un gran escándalo, vocinglería, porque el motivo de la declinación al premio apuntaba a un asunto que dada la trayectoria del Nobel Asturias había sido deliberadamente sepultada por el establishment, su tesis para obtener el título de Abogado: El problema social del indio.
La tesis, tal como apunta el premio Asturias, 1991, Dante Liano:
“Es francamente mala, carece de fuentes, y su subjetividad la hace inadecuada como instrumento científico… Asturias inventa, escribe al oído y termina estrellándose en el vértigo de los lugares comunes dictados por la cultura universitaria”.
Basado en subjetividades Asturias concluye que el indígena “se trata de una raza agotada y de ahí que para salvarla, antes que reacción económica, psicológica o educacional haya necesidad de una reacción biológica ¡Vida, sangre, juventud, eso hace falta al indio!”.
Y, por consiguiente, como corolario remata: “Hágase con el indio lo que con otras especies animales cuando presentan síntomas de degeneración… El perro ha sufrido también modificaciones importantes, y como el perro algunas plantas. Para mejorar el ganado hubo necesidad de traer nuevos ejemplares. Cabe preguntar ¿Por qué no se traen elementos de otra raza vigorosa y más apta para mejorar a nuestros indios?”.
Entonces se lanza a dar una serie de características que deberían tener esos sementales humanos aseverando que: “En Suiza, Bélgica, Holanda, Baviera, Wutemberg y el Tirol, pueden encontrarse ejemplares que reúnan las condiciones mencionadas”.
Eso sí, Asturias sentencia que con los europeos nórdicos se logra el remedio heroico que propone, pero que con los chinos el remedio no cuaja porque “los chinos han venido a dar el tiro de gracia a nuestros valores de vida. Raza degenerada y viciosa cuya existencia mueve a bascas y cuyas aspiraciones son risibles… En la vena exhausta del indio deja caer el chino sus vicios y deficiencias raciales”.
El disentimiento de Ak’abal expuso públicamente el craso racismo de Asturias sostenido sin disimulos en su tesis de licenciatura, que de paso, no tiene relación con temas jurídicos que prueben la idoneidad del ponente para obtener el título de Abogado.
Pero el señalamiento de Ak’abal indignó al ladinaje y Ak’abal fue objeto de toda clase de injurias, de vociferaciones racistas: desde indio malagradecido, comercializado, contrahecho, hasta amenazas de muerte por lo que tuvo que exiliarse con su familia. La intelectualidad, guardando las formas, justificaron la posición racista de Asturias aduciendo, que el contexto en el que se elaboró la tesis, era la corriente predominante para tratar la cuestión indígena. Por ejemplo, Mario Roberto Morales, Premio Nacional de Literatura 2007, expresó:
“Si la razón de rechazarlo es por Miguel Ángel Asturias y cree que él es racista, me parece infantil. Eso implica que no ha leído la tesis, la cual debe ser leída en su contexto histórico, de acuerdo con la influencia de la época; si se descontextualiza, se puede caer en un error”.
La escritora guatemalteca y Premio Nacional de Literatura del año 2000, Ana María Rodas explica que: “Probablemente se recuerda en mala hora su tesis de graduación sin contextualizarla. En el momento en que él escribió su tesis, lo que dice ahí era lo que se tenía como el evangelio en Guatemala”.
Y en la edición de la Universidad de San Carlos de la tesis de Asturias, en 2007, el connotado historiador Julio Pinto Soria hace una introducción a la edición, tan larga como la misma tesis. Todo para decir lo mismo, que hay que entender lo sostenido por Asturias en el contexto de los años 20 del siglo pasado.
Pero el análisis de los intelectuales ladinos descontextualiza a Asturias, lo cosifican. Es decir, hacen como si Asturias se hubiera quedado momificado en los años 20-30 y no haya vivido más de cuarenta años luego de haber escrito la tesis. Y en esos 40 años posteriores a la tesis, Asturias vivió acontecimientos que desdecían su punto de vista racista. Vivió las consecuencias del racismo nazi que condujo al holocausto judío, lo mismo de la guerra de Vietnam y Argelia en los años parisinos que fueron más de veinte. Vivió lo de Luther King, leyó a Sartre, Samir Amin, e ilustres antropólogos, etnólogos, sociólogos, políticos y filósofos que al menos sostenían críticas severas al racismo sostenido por Asturias.
Y mientras pasaban esos más de cuarenta años conviviendo con culturas que al menos cuestionaban posiciones racistas como las escritas en su tesis, Asturias callaba. Nunca dijo me equivoqué, ni siquiera que habían otras teorías para abordar el tema que sostuvo en los años veinte. No fue capaz de expresar algo, como hizo Eduardo Galeano, que dijo que cuando escribió Las Venas Abiertas de América Latina, confesó.
No tenía la formación suficiente para rematar aquella tarea. Intentó ser una obra de economía política solo que yo no tenía la formación necesaria.
No, Asturias no tenía ese talante, más bien lo que hizo fue, 48 años después de publicar la tesis, en 1971, autorizar una nueva edición, donde suscribió:
“En todo caso, al publicarse de nuevo mi tesis, quiero subrayar la vigencia de mi protesta de entonces frente a la injusticia con que se trata al indio, su total abandono, y la explotación a que es sometido por las llamadas clases pudientes y el capital extranjero”.
Ni una sola palabra a su propuesta de tratar al indígena como un animal sujeto a mejorar su raza por medio de la miscegenación, o sea el blanqueamiento europeo. El mismo Dante Liano sentenció:
“El peor error de Asturias fue haber reeditado la tesis, era suficiente con haberla escrito”.
Es decir, por omisión o aseveración. Asturias con la reedición –tres años antes de morir– reafirmó que fue, siguió y finalizó su vida sosteniendo su posición racista respecto al indígena de carne y hueso. Y justamente esa conducta a lo largo de la vida de Asturias “donde ofende a los pueblos indígenas de Guatemala, de los cuales yo soy parte”, es lo que llevó a Ak’bal a poner en evidencia el racismo de Asturias y abonar a la dignidad e identidad de los pueblos originarios, rechazando el mencionado premio.