José Roberto Leonardo

José Roberto Leonardo (Ciudad de Guatemala, 1984). Escritor, poeta. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Rafael Landívar. Ha publicado tres libros de poesía: La soledad es un Estado de sitio (Magna Terra editores, 2019), Lázaro me dicen (Editorial Cultura, 2015) y Resurrección al desnudo (Letra Negra, 2006). Su poesía aparece en las antologías: Antología de poesía guatemalteca contemporánea del Instituto de Estudios de la Literatura Nacional –Ineslin–, 2019; Poesía guatemalteca actual (Revista Punto de Partida –UNAM–, 2015) y Los 4×4 (Vueltegato Editores, 2012); entre otras. También escribió la novela para adolescentes Guille y los tropiezos (Loqueleo, 2015). Este año publicará otra novela bajo el mismo sello de literatura juvenil de Santillana.

Poema para Bansky

Escribir un poema
con todas las palabras.

Contener –me dije–
la sinfonía universal
del lenguaje.

Un hermoso
rotundo
fracaso.

Un desplome
Legítimo
y perverso.

Una pared
& manchas.

Ahí vi mi rostro.
Me hice uno.

(Y fui todos).

Edipa –caída libre–

Mi madre ata las cintas de mis zapatos.
(no para que no me caiga
sino para que:
me siga cayendo)

Yo veo sus canas, su rara dulzura.
Y pienso:
No insistas, madre.

¿Cuántas caídas
más
vendrán

que no podrás evitar?

Vacaciones (foto)

Vimos el amanecer:
un pedazo de llanta
plástico
y botellas.
Tu rostro
-salpicado de arenas-.
Mi rostro
-digamos alegre-.
El reflejo del sol: sobre un charco de diésel.
Y eso fue todo.

La tarde tiene el rostro de la ropa triste

Hay tardes marcadas por el invierno o calendarios
tardíos.

Son tardes inscritas en la tristeza/
como ese acopio deforme
de ropa sucia
tirado en el piso.

Tardes para llorar
por la rabia de los enigmas
junto al reflejo del sol
sobre las pozas de agua

junto a los muros orinados
por los perros
presintiendo la lluvia.

Marcando
una llamada pre pago
a otro número equivocado
entre calles amuralladas por barrancos/con incendios
de pronto/en los ramajes sordos.

Hay tardes solas y ciertas
como la fría contemplación
de los espejos
cuando gritan por la memoria de las huellas
de cuerpos cansados,
vencidos por la semana
y el tibio resplandor de sus cenizas huérfanas.

Si uno afila la mirada
halla secretos en el ulular
de la ropa tendida.

Su tristeza
es el rostro arrugado del domingo,
marcado por trágicas noticias o fútbol.

Y sin embargo, nada se mueve.

Hay un murmullo final
en el dictado secreto que acumulan del aire:

No importa el cuerpo
ni la forma,
pronto seremos tan iguales:
No te apures
ya se están riendo de ti del Otro lado
ya volveremos a ser lo Uno.

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