Fernando Urquizú
Historiador y Doctor en Historia del Arte. Investigador de la
Escuela de Historia, Universidad de San Carlos de Guatemala
El origen de la presencia de las centurias romanas en las procesiones de Pasión de nuestro país las encontramos en la representación de los antiguos autos sacramentales especialmente de la pasión, muerte y resurrección de Cristo que se presentaban en temporada de Cuaresma y Semana Santa en el período de desarrollo de la cultura hispánica en el medio 1524-1821, en los que se escenificaban estos pasajes de la redención del género humano, teniendo como referencia el Nuevo Testamento en la Biblia para fijar el conocimiento de la vida de obediencia divina hasta la muerte teniendo como principal fuente de inspiración a Jesús, y su madre la Virgen María que lo acompañó en su proceso de tortura y muerte. Esta enseñanza también implicaba la aceptación social de los fieles del pueblo de Dios que eran terrenalmente vasallos de la monarquía española.
En estas manifestaciones de fe, se sustituyeron los actores principales por esculturas religiosas que tenían movimiento en cuello, brazos y piernas para evitar un acercamiento equivocado de la apreciación artística de lo que sería una simple puesta en escena, al Divino Simulacro de la Pasión de Cristo. Las escenas que alternaban esculturas y personas fueron desde el siglo XVI coordinadas por sacerdotes expertos en la retórica cristiana para dar una dirección correcta a dichas representaciones escenográficas.
La parte específica en la que intervenían los romanos se identifica en documentos y en la tradición popular como: “La Danza del Centurión”, que en algunas procesiones actuales se transformó en los llamados: “Escuadrones de Romanos” que componen una parte fundamental los cortejos derivados de los antiguos actos sacramentales, que cumplían una función diferente según fuera su advocación Jesús Nazareno, Santo Entierro o Virgen de Dolores de cuyos textos, vestuarios y movimientos coreográficos, aún perviven como manifestaciones artísticas en algunas comunidades del país y son ampliamente interpretados y registrados por los imaginarios populares de cada región del país.
Los autos sacramentales fueron profundamente transformados con el avance de la cultura liberal del siglo XVIII que cambió el sentido de la vida del ámbito religioso basado en la fe, al materialista que se fundamenta en la ciencia. Sin embargo, el desarrollo del racional de la ciencia no determinó la muerte de la fe porque el hombre siempre se ha aferrado a la espiritualidad.
El avance de la ciencia permitió la reproducción del arte por medio de máquinas y con ello se agilizó un proceso de actualización constante del aprendizaje ya no solo en las iglesias y escuelas, que se amplió hacia las salas de cine que se reflejó en las procesiones que dejaron paulatinamente su sentido de representación teatral religiosa para entrar en un proceso de meditación colectiva en torno de las imágenes milagrosas que desfilan en ellas.
El centurión dejó su papel protagónico de diálogos y mímicas para convertirse en el líder de un escuadrón vestido a la usanza de las películas que tienen como tema la vida de Jesús desde la primera versión de casa Pathè Frerès de París de 1898 a la última de amplia influencia en el imaginario local, titulada: “La Pasión de Cristo”, dirigida por Mel Gibson del año 2004; ambas han influido desde el uso del vestuario, accesorios, pendones para portar imágenes con tema del Vía Crucis o estandartes con imágenes de las procesiones de donde salen las actuales procesiones.
El sentido de la fe se amplió también con el desarrollo de la cultura científica que no se divorcia de las prácticas deportivas que enriquece el ideario de los nuevos actores de las procesiones que también se actualiza constantemente con la práctica de pesas, marcha, carreras y otros deportes que contribuyen a mantener en forma física a los romanos, como se les conoce actualmente a los miembros de una centuria que rememora las tropas del tiempo en que Jesús fue mortificado para servir de ejemplo a la humanidad.
Los escuadrones de romanos que preceden el paso de las principales procesiones de Cuaresma y Semana Santa, fueron ampliados con la presencia de una pequeña Banda de Guerra, que sustituyó el cuerpo de pregoneros y trompeteros, que recorría la ciudad de Santiago, luego la Nueva Guatemala, organizados imitando pequeñas tropas militares, que anunciaban el desarrollo y paso de las procesiones a la usanza de los convites que invitaban o precedían el paso de las procesiones en otros tiempos y se incorporaron en ellas bajo una nueva presentación inspirada también en las películas europeas y norteamericanas.
El Viernes Santo daban lectura a la Sentencia de Muerte de Jesús, los pregoneros que se hacían acompañar de pitos, tambores y trompetas, según la jerarquía de las comunidades; eventualidad que dio vida al dicho popular en la memoria colectiva: “ya viene con su pito y su tambor” para identificar una gente chismosa o escandalosa, evidencias materiales y de la tradición oral que nos refieren el papel de los romanos en las procesiones, que comunican vistosidad en el boato del culto religioso.
El vestuario y repertorio musical de la pequeña Banda de Romanos, así como el de los que participan en las procesiones ha sido actualizado constantemente actualizado también por la cinematografía europea y norteamericana provocando interpretaciones locales de eclosión artística, que en 2019 alcanzó la formación de un escuadrón femenino o bien retomando la presencia de conocidos políticos cuya participación como gallardos caballeros de la antigua Roma hubiera pasado desapercibida de no ser porque ahora son motivo de escrutinio público portando estas vestiduras propias para las procesiones locales.
La presencia de estos personajes en las procesiones de Pasión también ha influenciado el desarrollo de las artes aplicadas: suntuarias y útiles en los desfiles sacros teniendo como eje de su presentación simbólica de actualización la forma en que son presentados en las películas. En este contexto podemos apreciar las águilas que flanquean las andas de Jesús de los Milagros y Virgen de Dolores que sale el Domingo de Ramos del templo del Señor San José, extraídos de los cuadros de la película de Ben Hur de la versión de 1925, así como el cuerpo de trompeteros y romanos actualizados posteriormente por la influencia de otras películas norteamericanas posteriores, hasta llegar a una procesión infantil de Jesús Nazareno donde sobresalen los romanitos en 2018, que sale del templo del Señor San José de la Capital .
En la Guatemala actual la presencia de “Romanos” en una procesión es símbolo de prestigio, vistosidad, esplendor e identidad, razones que deben ser entendidas para explicar su presencia en las Procesiones de Pasión que nos une como pueblo por encima de nuestras diferencias étnicas, económicas y culturales en acciones que promueven valores humanos positivos que se transfieren por este medio a las nuevas generaciones.