POR REDACCIÓN LA HORA
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Los linchamientos reflejan anarquía y cultura de violencia según profesionales de Psicología y Sociología consultados. La muerte violenta de dos jóvenes presuntamente involucrados en el asesinato de un taxista la semana pasada, evidenció la crisis en seguridad, pero también deshumanización frente a estos eventos, lo cual sirvió para que aspirantes a cargos públicos retomaran temas como “la pena de muerte, no más derechos humanos para delincuentes y sacar al Ejército a las calles”.
Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental, opinó que lamentablemente es normal que la reacción de la gente en estos temas sea violenta y esto corresponde a la falta de manejo emocional.
“Estamos cargados de falta de manejo emocional, es casi normal que la reacción de la gente sea de violencia y no tanto de razonamiento frente a distintos hechos que ocurren en la vida cotidiana. Lo hemos hablado cuando alguien tiene un accidente de –tránsito–, en vez de tratar de negociar y dialogar para arreglar el incidente cada quien se baja con una pistola en la mano, agrediendo verbalmente o queriendo decir que tiene la razón, el manejo emocional en nosotros cada vez es más pobre”, destacó Garavito.
Carlos Seijas, sociólogo independiente, refirió que la falta de respaldo a la población por parte de las autoridades provoca estas reacciones, mientras que en el año electoral es evidente cómo incrementa la violencia.
“En año electoral la violencia se dispara, porque le sirve de respaldo a los diferentes partidos políticos tradicionales para sustentar sus propagandas de la pena de muerte, quitar los derechos humanos a los criminales, pareciera hasta cierto punto una violencia planificada, de hecho el guatemalteco está al borde de caer en actos de este tipo por la desesperación de no tener el respaldo de las autoridades, es decir toda la institucionalidad guatemalteca es un Estado fallido y estamos al borde de caer en un estado sin sentido que lleva a actos de esta naturaleza”, reiteró.
Para Garavito, los linchamientos y otras formas de violencia se agudizan en los procesos electorales, donde diversos partidos políticos aprovechan para ofrecer seguridad en estos contextos.
“Tenemos muy poca memoria histórica, si uno revisa los procesos electorales pasados nos vamos a dar cuenta que siempre que vienen las elecciones empiezan a ocurrir hechos de violencia perversa y marcada, mucho más allá de lo que normalmente ocurre porque lastimosamente somos un país violento. En el pasado ha habido linchamientos en el interior –del país– en épocas electorales, porque es claro que estos hechos favorecen a sectores conversadores que tienen como discurso la mano dura o pena de muerte”, reiteró.
Mientras tanto, Seijas indicó que retomar estos discursos en contextos violentos y en procesos electorales es común; la población debe estar consciente que los derechos humanos de sindicados de un delito no se pueden perder porque la única limitante es la libertad. El Ejército no puede hacerse cargo de la seguridad ciudadana porque su función constitucional es el resguardo de las fronteras y la pena de muerte no se puede reactivar porque hay convenios firmados por Guatemala.
LLAMADO A LÍDERES
A criterio de Garavito, los líderes religiosos de las iglesias católicas y evangélicas juegan un rol importante en el llamado a la no violencia, pues mantienen un liderazgo orientador y educativo en diferentes comunidades.
El Director de la Liga de Higiene Mental destacó que las iglesias tienen incidencia que puede aportar a la población.
“Estamos cargados de falta de manejo emocional, es casi normal que la reacción de la gente sea de violencia y no tanto de razonamiento frente a distintos hechos que ocurren en la vida cotidiana”.
Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental.
“En año electoral la violencia se dispara, porque le sirve de respaldo a los diferentes partidos políticos tradicionales para sustentar sus propagandas de la pena de muerte, quitar los derechos humanos a los criminales, pareciera hasta cierto punto una violencia planificada”.
Carlos Seijas, sociólogo independiente.