El brutal linchamiento ocurrido ayer en el bulevar El Naranjo es resultado del cansancio de la ciudadanía ante la impunidad que impide la aplicación de la justicia, lo cual genera esas reacciones mediante las cuales se pretende hacer justicia por propia mano de la manera más violenta posible. Somos una sociedad con mucha inclinación a la violencia por la ausencia de una verdadera justicia y todo ello ocurre cuando la polarización genera profundas divisiones y enfrentamientos, lo que nos coloca en una peligrosa hoja de ruta que debe ser motivo de alarma.
Los linchamientos no son cosa nueva ni esporádica pero el de ayer ocurrió en un lugar donde muchas personas pudieron atestiguar los hechos y hasta filmarlos para documentar ampliamente los niveles de salvajismo que se producen en la turba. Cierto es que el ataque a tiros a un taxista que era víctima de extorsión es algo que sucede con mucha frecuencia y que el gremio se siente en desamparo porque no hay respuesta del Estado ni para prevenir la extorsión y los atentados o para aplicar la justicia a los responsables. La debilidad de nuestras instituciones es patética y se agrava por el manoseo que de ellas se ha hecho a lo largo de muchos años.
El Sistema de Justicia es una vergüenza por la forma en que campea la impunidad y esa manera selectiva de proceder con indiferencia ante los verdaderos criminales y con severidad cuando les interesa políticamente. La Policía Nacional Civil había dado pasos firmes para un fortalecimiento institucional pero los avances fueron destruidos por las autoridades de este Gobierno y prueba de que la gente percibe el retroceso es el aumento de los linchamientos que habían llegado a reducirse significativamente.
En resumen, tenemos una ciudadanía con la mecha muy corta y cada vez más dispuesta a reaccionar de manera violenta. Si a ello sumamos la prédica de odio que hay en redes sociales, no sólo por factores políticos o ideológicos sino hasta por cuestiones raciales o de clase, tenemos que entender que hay amplios y graves motivos para preocuparnos porque seguimos alimentando un polvorín que nos puede reventar en cualquier momento.
La brutalidad de los hechos ocurridos ayer, a partir del ataque armado contra el piloto de un taxi, hasta llegar a la forma en que literalmente les prendieron fuego a los dos sospechosos del crimen, sólo puede creerse por la forma en que quedaron registrados en numerosos videos que circularon en los que se observan escenas realmente dramáticas que nos deben alertar de la grave situación.