Por LEANNE ITALIE
NUEVA YORK
Agencia (AP)
Las madres de los dos acusadores en «Leaving Neverland» de “HBO” dijeron que las tranquilizó el aire melancólico de Michael Jackson y su mundo de cuento de hadas cuando permitieron que éste llevara a sus hijos a la cama.
Una tía que le presentó a su sobrina menor de edad a R. Kelly y sospecha que éste abusó de ella dijo en la serie documental «Surviving R. Kelly» de Lifetime que esperaba que el asediado astro impulsara la carrera musical de la adolescente. Alega que la joven en vez terminó en un video sexual.
Los padres de una niña de 12 años secuestrada en dos ocasiones y abusada crónicamente a lo largo de varios años por un vecino de confianza en Idaho se autocalifican de «ingenuos» en el documental de Netflix sobre su raro calvario de los años 70, «Abducted in Plain Sight».
Estos tres casos conocidos, los más recientes en una larga lista de abusos de menores sobre los cuales informaron los medios de comunicación a lo largo de los años, han tenido una gran repercusión y han enfocado los reflectores sobre las personas que deberían ser las más importantes en la vida de los niños: sus padres.
Los pequeños protagonistas de estos documentales tristes y dolorosos han recibido amplio apoyo y compresión de extraños, sobrevivientes de abuso y luchadores contra la violencia sexual. Sin embargo, algunos espectadores y comentaristas en línea, muchos de los cuales probablemente no saben cómo los abusadores sexuales preparan a sus víctimas, no pueden entender cómo un padre permitiría que su hijo sea colocado en situaciones tan vulnerables como las presentadas en estas producciones.
Hubo señales de alerta pasadas por alto. Errores cometidos y reconocidos. Ambiciones profesionales para sus talentosos hijos, pagos monetarios turbios y muchos beneficios. Y mucho remordimiento una vez que sus hijos revelaron lo que les sucedió.
Expertos, sobrevivientes de abuso y sus simpatizantes dijeron que cuando jóvenes víctimas son preparadas por los perpetradores, en la mayoría de los casos también lo son sus padres (cuando los crímenes no son cometidos por éstos mismos).
«Los hechos básicos son que alguien que tiene la intención de abusar sexualmente de un niño de hecho prepara tanto al niño como a quien lo cuida», dijo Esther Deblinger-Sosland, quien ha escrito dos libros sobre el tema y es profesora de psicología y codirectora del Child Abuse Research Education Service Institute en la Universidad de Rowan en Glassboro, Nueva Jersey.
Jackson, quien murió en el 2009, fue hallado inocente en un juicio de 2005 de 14 cargos que lo acusaban haber abusado de un niño, a veces en presencia del hermano del chico. Aunque reconoció que entabló amistad con numerosos niños, incluidos algunos a los que invitó a su cama, negó que haya abusado de alguno. Sus dos acusadores en «Leaving Neverland» alegan que tenían 7 y 10 años cuando comenzó el abuso. Ahora en la treintena, aparecen en la serie documental con sus madres.
Parientes y admiradores leales a Jackson critican la naturaleza unilateral del implacable documental de dos partes, que se transmitió el 3 y 4 de marzo y es el tercero más visto en HBO en la última década.
La serie sobre R. Kelly se transmitió a lo largo de tres noches en enero. Para finales de febrero, el cantante se había entregado a las autoridades acusado de 10 cargos de abuso sexual agravado con relación a cuarto víctimas, tres de ellas de entre 13 y 17 años. Kelly rechaza las acusaciones. Un jurado en 2008 lo absolvió de 14 cargos de pornografía infantil tras concluir que no podían verificar si una mujer en un video sexual con el cantante era menor de edad.
Dos mujeres viven actualmente con Kelly en Chicago y dicen que son sus novias, incluida Azriel Clary, de 21 años. Ambas han dicho en entrevistas que están a su lado por voluntad propia, pero sus padres no están convencidos.
En cuanto a Jan Broberg Felt, la ahora sobreviviente de 56 años que aparece con sus padres en «Abducted in Plain Sight», el vecino que abusó sexualmente de ella murió en un aparente suicidio décadas después. Durante su adolescencia, su agresor atrajo lentamente a sus padres religiosos de un pequeño pueblo a situaciones que sabía a ellos les daría vergüenza revelar, como tener sexo con la madre y convencer al padre de que le practique sexo oral a él.
Avergonzar o culpar a los padres de víctimas menores de edad es una de las cosas que los «agresores exactamente quieren que pase», dijeron Deblinger-Sosland y otros expertos. «Quieren que la culpa no recaiga en ellos».
La mayoría de los agresores son personas conocidas por las víctimas y sus familias. Cuando un niño revela que sufrió abuso sexual, dijo Deblinger-Sosland, a menudo se lo dice a su madre. Años después de que eso pasó en el caso de James Safechuck, uno de los acusadores de Jackson, su mamá, Stephanie Safechuck, dijo en «Leaving Neverland» que en los años que el superastro del pop fue parte de sus vidas «todo fue muy abrumador, como un cuento de hadas, y yo me perdí en él. Y sé que mi esposo también se perdió en él».
Aunque las estadísticas varían, en general 1 de cada 9 niñas y 1 de cada 53 niños menores de 18 años sufren de abuso o agresión sexual por parte de un adulto, según la organización sin fines de lucro RAINN (Red Nacional contra la Violación, el Abuso y el Incesto).
Tan solo en el año fiscal de 2016, agencias de servicios de protección de menores corroboraron o hallaron evidencias sólidas para indicar que más de 57.000 niños son víctimas de abuso sexual en Estados Unidos, dijo la organización. Eso, según los expertos, es sólo un pequeño porcentaje de la totalidad de este tipo de casos.