Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Guatemala se juega su futuro y se divide entre seguir avanzando para dar pasos cualitativos en busca de la sostenibilidad para la mayoría de sus habitantes o volver al pasado a consolidar un sistema cuyos resultados e indicadores están a la vista y en el que la exportación de la gente, las brechas y la ausencia del Estado de Derecho son tan solo algunos de sus componentes.
Pero derivado a que algunas personas han querido hacer parecer que dos temas son los causantes de todos nuestros males, sabiendo que los mismos dividen a la población conservadora y progresista, creo que vale la pena que los temas se aborden con argumentos, menos pasión y más racionalidad aunque las posturas puedan ser opuestas.
Personalmente no comparto el aborto porque creo que nadie tiene el derecho a quitarle la vida a un feto que nada ha hecho para merecerlo. Creo también que debemos hacer lo necesario para educar sexualmente a nuestros jóvenes porque las cifras de los embarazos en jóvenes cuyas oportunidades son limitadas y por tanto, las de sus hijos, son preocupantes.
Aunque estuviera de acuerdo, la ley de Guatemala no lo permite, entonces primero habría que gestionar las reformas y ahí se deberán tener los debates, pero solo usar el tema para dividir y ahondar en la teoría del miedo no me parece apropiado. Me llama la atención cómo algunos que se oponen al aborto están a favor de la pena de muerte (tampoco la apoyo y tampoco es posible en nuestra legislación). Mucha gente no tiene oportunidades en este país, pero el problema no se resuelve con un aborto, se compone trabajando para cerrar las brechas y que puedan luchar aquí sin importar su origen.
Nunca he sido fanático de los matrimonios del mismo sexo y no es algo que incentivo, pero lo respeto y entiendo que es una realidad en el mundo y que llegará el momento en que se deberá abordar en el país porque es algo que tampoco está permitido con base en nuestra legislación. Desde mi óptica (limitada en esos términos) creo que para un niño es mejor tener papá y mamá, pero mi postura se basa en mi formación y religión puesto que nunca he hecho un estudio o he tenido acceso a uno donde comparen el progreso de niños formados en matrimonios hombre y mujer o de personas del mismo sexo. Tengo amigos y amigas “gay” y los respeto y aprecio por lo que son sin importar la persona a la que quieren.
Sin duda alguna son temas que despiertan pasiones y debemos tener más madurez para abordarlos con firmeza y convicciones sabiendo que en algún momento dependerán de la voluntad de la mayoría que, usando los mecanismos democráticos, se elija a algunas personas en base a sus creencias en temas como estos, pero no creo que estemos en ese momento porque nuestra gente se está muriendo de hambre y huyendo del país y eso no es algo que el aborto y el matrimonio del mismo sexo esté causando.
Había obviado el tema porque siempre estime que era un debate, al que a mi juicio, aún le falta más recorrido, pero lo abordo porque además de expresar mi postura, creo importante advertir que hay problemas estructurales que quedan relegados por la excusa de algunos que desean hacer parecer que de estos temas depende un mejor o peor futuro para Guatemala en su lucha por erradicar la causas estructurales de cooptación.
Muchas personas usan estos dos temas para fomentar una cultura de odio y encender a una base conservadora, pero si esa “pasión” la tuvieran para hablar de la pobreza, de la corrupción, de la migración, de la impunidad, de la desnutrición, de las injusticias, de la inseguridad, de la cooptación y un largo etcétera, sin duda alguna que Guatemala estaría teniendo signos vitales distintos a los que hoy tenemos.