Daniel Alarcón
Académico Universitario
Si no leemos no tendremos jamás palabras para entender y transformar el mundo. No haremos nuestras las experiencias ajenas. Nuestra condición quedaría reducida a la mudez incomunicable de los peces en el acuario. José Emilio Pacheco1.
Escribir es sacudirse los monólogos internos cual diablos o pensamientos extraños requieren ser exorcizados para que agarren forma y las dudas se alejen y encontrar posibles soluciones a las dificultades o problemas.
Escribir es saber cultivar amistades, comprendiendo que existen diferencias en la forma de pensar y ver el mundo y la realidad y que el trato más el compartir a través del tiempo, pueden llegar a marcar la diferencia o iniciar otra, alejándose con convicción si no se disfruta de la misma.
Escribir es redactar un mensaje o responder una pregunta sin las consabidas palabras triviales, las cuales indican que la persona carece de perspectivas como los memes copy paste observados de forma constante en identificadores personales de los diversos muros de las redes sociales.
Escribir es saber usar las redes sociales o enseñar TIC y no redactar pésimamente como nuevo conductismo, práctica usual en diferentes profesionistas de instituciones culturales y educativas.
Escribir es desarrollar hábito de lectura permanente, decidida y concreta, sin importar día o fecha, para la vida, y no para ganar cursos o por moda, como se acostumbra.
Escribir es un acto de entrega. Leer es un acto de amor con uno mismo, frente al aprendizaje y la enseñanza de la vida y los hechos cotidianos.
Escribir es una prueba constante de ensayo y error. El deseo hace la escritura, luego viene el oficio, la disciplina, unido al análisis, reflexión y muchas revisiones, camino de la función artística que pueden contener los diversos géneros literarios y periodísticos, incluida la producción académica derivada de la investigación científica (EPS, seminarios, tesis de licenciatura, maestrías y doctorados (cuando son tesis y no reproducción de conocimiento, disfrazados de proyectos de graduación)2 y en educación todo sigue igual.
Escribir es aprender a romper los silencios que el impacto de las experiencias o mitos sociales impiden o no quieren permitirlo.
Escribir es llegar puntual a la reunión de amigos y disfrutar de las comas y puntos y comas, con sus puntos y seguidos que conlleva el compartir.
Escribir es la ética del funcionario que acepta la auditoría social de su billetera y chequera y negocios y su discurso que es su yo, invita a que exista mejor y más participación ciudadana y se entienda que la política está al servicio de lo humano y no de lo personal e individual, de lo cual estamos hartos.
Escribir es no fingir que su firma es el trabajo como suele suceder en las instituciones públicas, privadas, por cooperativa o corporativas con diversos títulos en, pero sin producir nada, absolutamente nada y las instituciones y el país no mejoran ni cambian a través de la oficina donde dicen que laboran.
Escribir es no bloquear ninguna propuesta superando los prejuicios propios mostrando tolerancia y respeto (aunque las relaciones intrapersonales de los llamados colegas o jefes evidencien que no saben aceptar la diferencia ni la productividad), cuestión frecuente de percibir con sus evidencias de cero producciones, pero sí de pura reproducción de conocimiento.
Escribir es intentar cada vez no darse por vencido ante las frecuentes adversidades que la realidad presenta con los diferentes actores sociales, políticos y económicos.
Escribir es aprender a defender nuestra libertad, aunque sea de forma simbólica pero permanente.
Escribir hace más intensa nuestra existencia porque resenbiliza ante los hechos y el mundo que nos rodea, coadyuvando con el respeto de las diferencias.
Escribir es el saludo alegre, a veces triste y siempre frontal del que sabe que sus derechos son violados.
Escribir enseña que a escribir se aprende escribiendo, mostrando lo necesario que se hace leer, así como aprender a observar lo cual conlleva el proceso y acción de mirar más la de examinar para percibir a través de los sentidos, los objetos, personas y situaciones, junto a otros signos, símbolos e imágenes que la cultura y la realidad muestran.
Escribir es también dar las gracias luego que se ha dicho por favor como modales no perdidos y recuperados en lo cotidiano por todos, pese a que a los jóvenes los hemos y estamos maleducando; bueno, esto ya se sabe. Pero hay que corregirlos al ser el presente y futuro ellos mismos, aunque su miopía temporal no lo vea así, pues ya tendrán suficientes ocasiones para morderse la lengua cuando la vida los ponga en su lugar.
Escribir es sonreír con el papel o pantalla mientras los sonidos y ritmos de las palabras conjugan emociones, sensaciones, sabores, colores, decires, placeres y haceres.
Escribir es amar y decir no o sí porque también se debe decir tal vez mañana y no quizás que no dice nada.
Escribir es cantar al ritmo de las notas que el sonido del papel o teclas hacen y asegurar decir lo que se piensa sin los brutales errores de redacción y ortográficos, como los que se observan de los diferentes y diversos profesionales con títulos que abundan en las instituciones culturales y educativas.
Escribir es enviar un saludo a los amigos y no el me “gusta” que no dice nada, reduciendo el lenguaje a formas cuya expresividad es vacía.
Escribir es construir puentes cuyas bases tenga coraje y desafíos con el cemento social de la ética.
Escribir es dominar al Caín que busca la existencia de Abeles que no digan nada y todo sea igual para que nada cambie.
Escribir es relacionar y vincular la palabra, lenguaje, pensamiento, historia, memoria, contexto y realidad.
Escribir es ganar autonomía con interdependencia, como la tiene la redacción, las reglas ortográficas y los signos de puntuación.
Escribir modifica nuestra actitud, reinventa nuestra mentalidad y potencia nuestra conducta hacia la vida y lo humano.
Escribir es saber saborear lo escrito como un café con o sin leche, calientito, y bien merecido al cual se va en busca todos los días y acompañe nuestras actividades.
Escribir es la notita cuyas líneas son como el gato que maúlla de alegría o la mascota que con su cola y ladridos da la bienvenida o dar respuesta a un correo electrónico y no como se acostumbra con equivocada “cortesía” olvidar.
Escribir es el asombro que imagina mundos y crea universos y recibir el dictado de la vida y lo humano en lo cotidiano a través de solidarizarse y la hipocresía y la corrupción y el nepotismo sean aniquilados paulatinamente.
Escribir es lo que tú, vos, o usted, cree porque el que aprende a escribir descubre la vida y el mundo, pero de otra manera y que le había sido negado e incluso haber aceptado por muchas razones.
Escribir es desatascar las ventanas y buscar la llave para abrir puertas. Lo que sí es certero es que escribir limpia las ventanas de nuestras miradas ociosas o indiferentes o vacuas al enfrentar nuestro “yoes” con lo externo para cuestionar nuestras propias acciones humanas y sociales.
Escribir es un acto subjetivo, transubjetivo, que se objetiviza con la construcción del discurso. Discurso con el cual se puede estar de acuerdo o no.
Escribir es conocer la diferencia entre examen y evaluación y no como se acostumbra aplicar con la pedagogizante manera que se utiliza por profesores en las universidades que tampoco saben de Andragogía.
Escribir es poner en acción los verbos leer y escribir, los cuales tienen pasado y presente pero que deben hacer futuro también, interrogando el presente.
Escribir es ver hacia adelante, aunque sea del pasado que se hable porque así el futuro se renueva y no se repite como quieren y pretenden los mismos de siempre.
Escribir es saber utilizar el diccionario cuando se tiene duda de cómo se escribe una palabra o se conjuga un verbo y la adecuación acompañe la coherencia y cohesión.
Escribir es exponer la filosofía, historia, sociología, política, literatura, de lo cual están construidas nuestras miradas cotidianas, sin llegar a considerar o creer que la inspiración es la que hace posible la escritura.
1 (+) Poeta, narrador, ensayista y traductor. Escritor importante de la literatura mexicana del siglo XX.
2 La existencia de empresas que fabrican tesis es evidente en muchas áreas del conocimiento, muestra del fracaso de los profesores del sistema educativo en no ganar ni recuperar lectores.
PRESENTACIÓN
Quizá la escritura sea un ejercicio que forme parte de nuestra vida o más bien el imperativo urgente por expresar nuestra experiencia interna. El texto que presentamos constituye la búsqueda de respuesta al significado de escribir, tan presente y ubicua en la era de la información.
Daniel Alarcón indaga para afirmar y negar la naturaleza de un acto que puede confundir por la multiforme presencia en las diferentes circunstancias de la vida. Y sí, aunque los clásicos ya distinguían entre el “sermo nobilis” y el “sermo vulgaris”, esto es, la expresión exquisita contraria a la rudimentaria, nuestro filósofo esclarece más pormenorizadamente su significado.
Con el artículo anterior, seleccionamos un texto de Umberto Eco, titulado, “¿Para qué sirven los profesores?”. La reflexión es de actualidad dada la subestima de la profesión docente por un mercado que no retribuye según el valor que le corresponde. El filósofo italiano, no sólo explica la importancia histórica de los educadores, sino que la juzga insustituible en pleno siglo XXI por su función primordial: la educación del carácter de las jóvenes generaciones.
Son recomendables, huelga decirlo, las contribuciones de Catalina Barrios y Barrios, Miguel Flores, Karla Olascoaga y Víctor Muñoz. Estoy seguro de que dichas reflexiones y creaciones artísticas, serán de su beneplácito y le ayudarán a formarse un criterio de la cultura en general en los ámbitos abordados por los pensadores. Un feliz fin de semana y buena lectura.