Víctor Ferrigno F.
La Conferencia Anual de Seguridad de Múnich (CASM) de este año se ha caracterizado por la publicación y análisis de una serie de estudios mundiales sobre la percepción social de las amenazas y riesgos, en diversos países. La sorpresa es el creciente número de sociedades que ven el poder y la influencia de los Estados Unidos como una amenaza importante para sus países, aún por encima de Corea del Norte o Rusia.
Esta Conferencia Anual, que se realiza sin interrupciones desde 1963, es el foro de seguridad más representativo de la comunidad euro-atlántica. Cada febrero reúne en la capital de Baviera a más de 500 políticos y expertos para debatir sobre políticas de seguridad y defensa.
Lamentablemente, este foro genera poco interés en la prensa y círculos académicos de América Latina, existiendo escasa participación de nuestra región en los debates, en el temario y en los expositores de la agenda de seguridad internacional, a pesar de que allí se toman decisiones cuyas consecuencias inexorablemente nos afectan.
Una encuesta realizada por la prestigiosa empresa sociológica Pew Research Center reveló que Washington, con su errática política exterior, siembra un creciente miedo en el mundo, incluso entre sus vecinos, pues el 46% de los canadienses cree que Estados Unidos es una amenaza para su país, mientras que el 64% de los mexicanos teme a su vecino del norte, mientras que menos de un tercio ve a Rusia y China como una amenaza.
También sorprende que se tema más a los estadounidenses que a los rusos en Alemania, Francia, Japón y Corea del Sur, países que tradicionalmente se consideran aliados cercanos de Estados Unidos. En 2013, solo una cuarta parte de las 22 naciones encuestadas consideraron que el poder de los Estados Unidos era una amenaza importante para su país, pero en 2017 aumentó sustancialmente a 38%, un año después de que Trump fuera electo presidente, y al 45% en 2018.
Este temor hacia EE. UU. está relacionado con el rechazo a su presidente, Donald Trump, del cual desconfía el 71% de los surcoreanos, el 69% de los japoneses, 52% de los canadienses, el 43% de los ingleses, y el 42% de los australianos.
Estos datos fueron corroborados por otro estudio de la Fundación alemana Friedrich Ebert, también preparado para la conferencia de Múnich, que realizó un análisis de opinión pública en siete países europeos, revelando que en Alemania el 50% de la población considera a EE. UU. como la principal amenaza para la paz, mientras que Rusia es vista como tal por el 33%. Mientras que en Francia, el 24% de la población tiene miedo de EE. UU., pero solo el 12% teme a Rusia.
En este adverso contexto, el Vicepresidente de EE. UU. Mike Pence llegó a la CASM a exigir que sus aliados europeos suspendan vínculos con Rusia, de cuyo gas dependen, y que rompan con el tratado nuclear con Irán, como ellos lo hicieron, después de retirarse de la Convención Marco de Cambio Climático, y de romper el Tratado de armas nucleares con Rusia, amenazando la paz mundial.
En un marco de creciente aislamiento internacional, y de ataques a la ONU y la multipolaridad, EE. UU. azuza un enfrentamiento con China, Irán, Siria, Venezuela y con quien se atreva a cuestionar su alicaída hegemonía.
Mientras tanto, una humanidad temerosa y expectante encarna el brevísimo cuento de Tito Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.