Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
En apenas una semana la Corte Suprema de Justicia emitió sendas resoluciones que demuestran su falta de apego a la legalidad y el doble rasero que usan para juzgar situaciones iguales. Hace ocho días estaban dando trámite al antejuicio contra tres magistrados de la Corte de Constitucionalidad por una denuncia espuria por la forma en que han resuelto en el ámbito de su jurisdicción. Pero ayer rechazaron “in límine” los antejuicios presentados contra los tres magistrados suplentes de la Sala Primera de Apelaciones del Ramo Penal y el que se planteó contra el Juez Décimo Tercero de Primera Instancia de Trabajo y Previsión Social porque una persona no estaba de acuerdo con un fallo dictado. En estos dos casos se rechazó con apego a la ley porque los jueces no pueden ser perseguidos porque a alguien no le gusten sus resoluciones.
Pero por si fuera poco, también ayer dieron trámite al antejuicio contra la diputada Nineth Montenegro no obstante que de manera cínica hace algún tiempo evitaron tal trámite al diputado Felipe Alejos con base en falsedades para exculparlo de una acusación mucho más grave. Nineth Montenegro no entrampó el proceso con recursos frívolos sino que decidió someterse a la justicia confiando en que la acusación en su contra tenía más de faltas administrativas que de delito. En cambio, el otro diputado hizo micos y pericos hasta que pudo asegurarse la impunidad ofreciendo la candidatura presidencial a quien mueve más hilos que el mismo Rey del Tenis.
Es una soberana vergüenza el descarado cinismo de la mayoría de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia porque en el caso de la CC la denuncia no aporta ningún elemento de convicción respecto a la comisión de algún delito más que la suposición de que los fallos dictados pudieran ser mal intencionados. Pero exoneran a los magistrados de la Sala de Apelaciones del ramo Penal porque no se hicieron ver indicios de mala fe en sus actuaciones y con el juez de Trabajo porque el hecho de que alguien se moleste por el sentido de una resolución judicial no es suficiente para iniciarle un proceso al juzgador.
Y lo peor de todo es que ni siquiera les da un mínimo de vergüenza ser tan descarados y cínicos en el manoseo de la justicia para cumplir justamente el papel que se esperaba de ellos cuando fueron nombrados para los cargos. Aquí nuestros juzgadores no llegan para servir a la justicia sino para servir a quienes manipulan en forma paralela las Comisiones de Postulación y arman los listados que negocian con los políticos de turno y los poderes fácticos para darles la más absoluta certeza de impunidad. Por ello era tan importante la reforma constitucional al sector justicia porque está plena y absolutamente demostrada la gravísima cooptación que existe del poder judicial que es parte del secuestro de toda la institucionalidad democrática que desaparece en medio de las componendas que los cooptadores hacen para asegurarse privilegios como, en este caso, el de la impunidad para unos y el castigo para los que se atreven a desafiar el sistema.