Adrián Zapata
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La semana pasada, del día seis al nueve, se celebró en Bogotá, el XII Foro Internacional de Desarrollo Territorial. Anteriormente este Foro bianual se celebraba en Brasil, país que estaba a la vanguardia en la promoción del desarrollo rural, a partir del impulso que se le dio a este tema durante los gobiernos del expresidente Lula. Sin embargo, con el golpe de Estado que se le dio a Dilma Rousseff, Brasil dejó de ser tal ejemplo. Ahora que se empieza a implementar el Acuerdo de Paz colombiano, cuyo primer punto es la Reforma Rural Integral, este país se convierte en el principal referente para la discusión del tema. La realización de este Foro en Colombia, también se constituyó en un apoyo latinoamericano a la efectiva implementación de la Reforma Rural pactada.
El objetivo del evento fue contribuir “… a la construcción de una agenda de políticas públicas para Colombia y Latinoamérica, en la que los territorios rurales y sus principales actores, superen su condición periférica en la política pública y participen como protagonistas de un proceso que reposicione el mundo rural en los marcos del desarrollo de los países”. Esta pretensión marcha cuesta arriba, porque continúan prevaleciendo las visiones desvalorizadoras de lo rural, considerándolo sinónimo de atraso, de pobreza, es decir como algo que hay que superar, identificando la urbanización como el punto de llegada del desarrollo.
El Foro abordó tres dimensiones del desarrollo territorial, la conceptual, la política y la institucional. En la primera se abordó el debate, no acabado, relativo a avanzar en ponernos de acuerdo sobre qué entender por desarrollo territorial: La segunda se refirió a las condiciones políticas que viabilizan el abordaje del tema en las agendas nacionales e internacionales de la región. La tercera abordó los diferentes ciclos de reestructuración institucional pública para el impulso del desarrollo territorial.
El aporte que se presentó desde la experiencia guatemalteca se refirió a aprovechar las ventanas de oportunidad política que permitan el posicionamiento del tema rural en las agendas nacionales y regionales. En este marco se planteó que la migración forzada de centroamericanos a los Estados Unidos, fenómeno que se ha posicionado internacionalmente a partir de la Caravana que marcha hacia los Estados Unidos, crea una ventana. Esto es así porque la mayoría de migrantes provienen de territorios rurales, expulsores de ellos ante la ausencia de opciones de vida digna producto de la falta de desarrollo de los mismos. Se hace por lo tanto evidente que abordar las causas estructurales de este fenómeno migratorio implica incorporar el tema de desarrollo rural a una política migratoria que se ha denominado “regional e integral”.
El último día del Foro se dedicó al tema del Decenio de la Agricultura Familiar, declarado como tal por la ONU, el cual se empezará a contar a partir de enero del año entrante. Este consenso internacional es un gran paso en la valorización de lo rural en las políticas de desarrollo.
Cuando en el cierre del Foro se leían las conclusiones del mismo, uno podía imaginar qué pensarían los empresarios guatemaltecos ante esos planteamientos. Tal vez algunos hasta gritarían asustados que allí viene otra vez el populismo.