Raúl Molina

Tampoco el presidente Obama recibe a esos niños con los brazos abiertos. Al contrario, con una política inhumana, los captura, los encierra y los deporta. Encima, “regaña” a los Presidentes centroamericanos por no detener el flujo migratorio de su niñez y niega a nuestros connacionales TPS u otras medidas de protección. Honduras, México y Guatemala dócilmente se preparan ahora para intensificar sus medidas represivas para vigilar sus fronteras y perseguir a “coyotes” y “pollitos” por igual. La exageración corresponde, como siempre, al Gobierno de Guatemala, que ignora el comunicado de MENAMIG. Con la insensibilidad propia de los militares, ante la propuesta de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala de un “Plan Marshall para Mesoamérica” para lograr frenar la migración con desarrollo, Pérez y López responden con su vil propuesta de un Plan Mérida o un Plan Colombia para Centroamérica con cuantiosa ayuda militar. Proponen más guerras de las fuerzas armadas contra sus pueblos para defender intereses gringos. En Colombia, las matanzas han alcanzado las proporciones dantescas de Guatemala, y México, de ser un país con inseguridad en ciertas zonas ha pasado a ser teatro de fratricidio. La fuerza sustituye a la razón; la muerte sustituye al desarrollo.

Si ese cuadro luce terrible, peor es el uso de la fuerza por Israel en Gaza. Los israelitas, basados en el Antiguo Testamento y sin aceptar el cristianismo, nunca han abandonado “el ojo por ojo”. Pero ahora sus dirigentes neo-fascistas, profundamente racistas contra los palestinos, lo han aumentado a “cien ojos por uno”, despreciando las vidas de hombres, mujeres, ancianos, niños, bebés y no natos y violando todos los espacios de refugio, desde escuelas y campos de refugiados de la ONU hasta hospitales e iglesias. Hacen lo que quieren, bestialmente, porque cuentan con respaldo militar, económico y diplomático de Estados Unidos. Aunque éste se moleste a veces con la arrogancia israelita, no deja de sostener su maquinaria de muerte. Se va quedando solo, particularmente cuando países dignos como Chile, Perú, Nicaragua y El Salvador han retirado a sus embajadores de Israel. Uno podría exigirle a Pérez que imite a esos países; pero hay que recordar que el ejército guatemalteco ha recibido la tutoría israelí desde el conflicto armado. Lo que hicieron las tropas guatemaltecas contra nuestros pueblos mayas es lo mismo que hacen los israelíes contra los palestinos, masacres y genocidio, y, de hecho, Israel asesoró para hacerlo. Nunca olvidaré lo que escuché decir a un kaibil, en los 80s, en una estación de metro en San Francisco, “preferimos ir a entrenamiento en Israel, porque ahí atacamos en la realidad a los árabes”. Gritamos: ¡No más regímenes represivos!

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