Raúl Molina
Estamos a pocas semanas de que el TSE convoque a elecciones generales. De mantenerse las condiciones actuales, el proceso será sumamente anómalo: partidos que deberían ser cancelados -UNE y FCN-Nación- luchan por mantenerse vigentes recurriendo a diversidad de maniobras; los tránsfugas exigen el privilegio de ser electos nuevamente, utilizando más transfuguismo; el financiamiento ilícito, incluido el del narcotráfico, llenará las arcas de los partidos políticos que cuentan con respaldos poderosos; los partidos políticos, todos ellos, se sienten resucitados, porque logran mantener el derecho de llave para presentar candidaturas a los Poderes Ejecutivo y Legislativo y al Parlacen, excluyendo la participación ciudadana independiente; las y los ciudadanos en el extranjero no podrán votar ni por lista nacional de diputados ni por representantes al Parlacen y mucho menos tendrán sus propios representantes en el Congreso. “Bajo estas condiciones, no queremos elecciones”. Así se dijo en 2015 y, como consecuencia de haberse ignorado y haber realizado el proceso, se sufre hoy el nefasto gobierno de Jimmy Morales y el peor Congreso en la historia del país.
Para depurar el sistema político, la única salida es cambiar las condiciones antes de convocar al proceso electoral, ya que el Pacto de Corruptos tiene una inmensa ventaja en el sistema actual. Cuenta con poder político; los recursos del Estado; el financiamiento ilícito; los partidos políticos ultraconservadores, incluidos los que favorecen un Estado religioso; las fuerzas armadas para imponer ganadores, aunque pierdan, y la falta total de escrúpulos para pasar por encima de la ley. En el peor de los casos, Jimmy mismo podría pretender ser presidente, pese a la clara prohibición constitucional. Le bastaría con ganar en la CC, como hizo el dictador Hernández de Honduras. En forma igualmente ominosa, cualquiera de los candidatos y candidatas que se perfilan del lado del Pacto de Corruptos nos garantizaría otros cuatro años de abusos de poder y saqueos reiterados. La abundancia de recursos y el apoyo del cristianismo fundamentalista y el mesianismo militar permiten destinar enormes cantidades de dinero a lanzar campañas negras de propaganda contra otras candidaturas y otras agrupaciones, así como presentar acusaciones contra las fuerzas políticas opositoras. No importa que sean falsas, ya que lo importante para los inescrupulosos es causar confusión.
Ante este cuadro, es posible derrotar al Pacto de Corruptos, pese a las condiciones, solamente si se produce una enorme alianza de los sectores anticorrupción que recoja la indignación popular. De salir fraccionados quienes nos esforzamos por el cambio, quizás se ganen puestos en el Congreso y municipalidades; pero resultaría difícil ganar la presidencia y vicepresidencia. Sugiero, por lo tanto, que se inicie un proceso de búsqueda de la unidad en la diversidad. Pero, reitero, la única opción que permite la total depuración es nombrando una Junta de Gobierno, iniciando la discusión de reformas significativas en la Ley electoral y abriendo el proceso electoral bajo condiciones totalmente distintas.