Miguel Flores
Doctor en Artes y Letras
Los acontecimientos que vive Guatemala desde la firma de los Acuerdos de Paz han repercutido en el desarrollo de las Ciencias Sociales. Es común ver a especialistas dando opiniones en los diferentes programas de televisión y de radio. Se hacen pronósticos, se razona bajo bases objetivas, basados en documentos publicados. Si se busca con atención existe una amplia bibliografía sobre diferentes hechos que suceden en el país, tanto del mundo mestizo como maya. Es innegable el aporte de investigadores foráneos que aún ven en estas tierras un objeto de estudio, especialmente en niveles doctorales.
Investigaciones sobre aspectos como las relaciones de poder han quedado plasmadas en diferentes tipos de documentos y en cierta forma han dado la oportunidad de experimentar otra mirada a los asuntos nacionales.
En el campo del arte no sucede lo mismo. Donde se encuentra más información es sobre literatura, gracias a los estudiosos de las Letras, y en menor consideración en las ramas de la Filosofía y en cierta forma la Comunicación. La bibliografía generada en Guatemala es escasa, hay mucho escrito e investigado, pero poco publicado y escasos sitios donde poder consultarlos.
El auge de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) han sido de gran ayuda en el mundo del arte. Antes se pagaba en el servicio de correo el envío de invitaciones. En la década de los 80 el IGA enviaba alrededor de 6 mil invitaciones mensualmente informando de sus variadas actividades. Todo eso cambió. Hoy si usted es asiduo a las artes podrá recibir información por correo electrónico, aunque luego usted borre el documento y se pierda la actividad.
Algunas entidades culturales generan catálogos digitales de sus exposiciones, si usted posee una computadora o una tableta electrónica podrá verlos, pero no descargarlos y tenerlos de consulta, como ocurre con los catálogos de Juannio, que dentro del mercado del arte, brinda una visión del arte del momento, aunque se mezclen tendencias, técnicas y más. Este documento es un registro importante del año de su publicación. Ver la colección de catálogos de esta subasta desde su inicio, es un viaje a las entrañas del arte visual nacional, como lo fue en su momento los catálogos de la Bienal Paiz.
El único centro de documentación para el arte visual es el de la galería El Attico, gracias al interés y esmero de sus propietarios, que han sabido dar valor a catálogos, invitaciones y notas de prensa de los acontecimientos del mundo de la pintura, escultura y dibujo, de buena parte de la segunda mitad del siglo XX e inicio del siglo presente. Pocos artistas nacionales se han preocupado de la documentación de su obra, o de lo escrito de ellos, si se ha hecho, con suerte, está en algún cajón de la bodega de la casa.
El arte visual como objeto de consumo, está poco documentado, coleccionistas, al comprar solo intuyen el valor de la obra, muchas piezas adquiridas en el mercado del arte son piezas valiosas de la Historia del Arte del país, pero pocos lo saben y muchos menos un nuevo investigador sabe de ellas.
En los años 90 el extinto Patronato de Bellas Artes intentó administrar el Museo de Arte Moderno. Fuera de los problemas domésticos iniciales, una de sus primeras acciones fue organizar tres exposiciones que dieran una visión del arte en Guatemala de 1950 al 2000. Su organizadora fue Rosina Cazali, insistió en la impresión de un catálogo por exposición, y tenía razón, hoy en día ese documento es el mejor registro del arte visual guatemalteco de la mitad del siglo XX en Guatemala. Lo mismo ocurrió con Fotojornadas cuyo modesto catálogo quedó como el registro de la fotografía y fotógrafo(a)s del último decenio del siglo XX.
El mundo del arte se enfrenta a problemas de presupuesto, en el sector privado los fondos no dan para tanto, la impresión es cara. Los escasos investigadores no encuentran los medios para la publicación de sus trabajos. Es por eso que las nuevas generaciones creen que descubrieron el agua azucarada, pero no tienen la culpa, no existen referentes ni bibliografía especializada. Las Historias del Arte Guatemalteco que circulan especialmente en los establecimientos educativos están poco actualizadas y sin tener en cuenta la lucha de puntos de vista entre lo moderno y lo contemporáneo, solo son datos, crudos, dictados por una persona. Solo existe uno elaborado por especialistas y su edición está agotada.
Se hacen muchas actividades, pero se quedan en eso, no quedan registros documentales. Mucho del arte actual pasará al olvido pronto, si no es reseñado por investigaciones foráneas. Al parecer solo ellos ven la creación artística del país como objeto de estudio.