Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
A Jimmy Morales le gustan las moralejas y generalmente las cita patas arriba, pero es obvio que no se acuerda de la historia del pobre pastorcito que por mentiroso llegó al punto de que cuando de verdad el lobo amenazó al pueblo, ya nadie le hizo caso porque lo conocían como un auténtico farsante. Y no estoy hablando del viejo camión que atrapa aeronaves o de las patrañas sobre su “maravillosa lucha contra la corrupción” que ni él se cree. Estoy hablando de la afirmación en Washington de que nuestro país logró detener a cien elementos del grupo terrorista islámico ISIS, en lo que presentó como un extraordinario aporte a la seguridad de los Estados Unidos.
El tema, sin embargo, es que esas detenciones, de haber ocurrido, fueron ilegales porque nuestro sistema jurídico no contempla acciones como las que enviaron a Guantánamo a miles de personas sin derecho a juicio ni a que se conociera su situación legal. En Guatemala no existe legislación que permita detener a alguien por ser sospechoso y simplemente deportado porque ello constituye una violación de elementales derechos, sobre todo si las deportaciones se hacen en secreto y sabe Dios a dónde. Ningún sistema jurídico faculta a un gobernante a disponer por sí y ante sí la detención de alguna persona porque le parece sospechosa y, menos aún, que sea deportado a otro país en donde puede ser sometido a torturas como la de sumergirlo en el agua para tratar de sacarle información.
Lo dicho por Morales, sin duda aconsejado por los absolutamente ignorantes Ministros de Gobernación y de Relaciones Exteriores, lo pone en una situación muy delicada. Por fanfarronear en la capital de Estados Unidos de los imaginarios éxitos de su gobierno se metió en un berenjenal porque ahora tendrá que explicar cómo es que se produjeron esas detenciones de los miembros de ISIS y cuáles fueron las pruebas que le permitieron establecer que eran terroristas. Y eso que es el adalid, el campeón mundial de la presunción de inocencia, el mismo que acusa a Iván Velásquez de no respetar ese derecho humano esencial, pero de un plumazo, sin duda por instrucciones de los espías israelitas que tiene para controlar a sus enemigos en Guatemala, condena como terroristas a individuos que, suponemos, trataron de entrar a Guatemala. Ojalá no haya sido contra palestinos o árabes legalmente residiendo en nuestro país, porque ello lo pondría en otro tremendo hoyo.
Yo recuerdo que en la universidad teníamos un compañero al que le decían que en clase no hablara porque cada vez que abría la boca metía la pata. Y la verdad es que comparando a ese cuate con el actual Presidente de Guatemala, el tipo era un verdadero genio.
El caso es que no sólo en Guatemala ya sabemos cuán mentiroso es este nuevo “pastorcito” al punto de que en el mismo Departamento de Estado le recordaron que no están contra la CICIG, lo que contradice lo que el señor Morales dice cuando fanfarronea con el apoyo de Trump.