Ayer la población estudiantil en la Universidad de San Carlos se sorprendió por el patrullaje realizado en evidente actitud intimidatoria por los vehículos tipo militar que donó la Embajada de Estados Unidos, específicamente para el combate de los grupos de narcotraficantes. La indignación entre los estudiantes fue enorme, pero también hay que decir que se produce temor que es, precisamente, lo que están buscando con esas intimidaciones que a lo largo de muchos sitios se incrementa no sólo por los jeeps artillados, sino también por la creciente presencia de patrullas de la Policía Militar.
Nosotros sostenemos que estamos ya viviendo bajo una dictadura caprichosa que hace lo que le da la gana para afianzar el sistema de corrupción e impunidad y que el uso de la fuerza, hasta ahora restringido a la intimidación, es indicador de cuán difícil puede ponerse la situación en el país porque los operadores de esa dictadura cada día actúan con más desfachatez y cinismo, habiendo ya abandonado sus posturas defensivas, las que adoptaron inicialmente cuando estalló la lucha contra la corrupción, para pasar a la ofensiva y entre esas cuestiones les resulta vital amedrentar a la ciudadanía.
Los guatemaltecos jóvenes no tienen el recuerdo de lo que ocurrió durante nuestro enfrentamiento armado cuando la guerra hizo que el uso de la fuerza fuera dispuesto de manera brutal e indiscriminada. Eran tiempos de enfrentamiento entre grupos que decidieron enfrentarse violentamente pero, como siempre ocurre, las víctimas colaterales del conflicto fueron muchísimas más de las participantes de manera directa.
Pero en esos días se vivió esa ostentosa presencia de la fuerza en diversos lugares para intimidar más que para prevenir y se estableció un indiscutible régimen de terror que es lo que ahora están buscando nuevamente los que quieren defender el sistema. En aquellos días se defendía un sistema constitucional frente a la rebelión de los grupos guerrilleros, pero ahora es la defensa de un sistema de corrupción frente a una ciudadanía que entiende que Guatemala no puede ni debe seguir con esa ausencia absoluta de legalidad.
Y la masiva presencia de fuerza pública en las calles se complementa con la masiva, pero imperceptible labor de espionaje que con el concurso de sus aliados de Israel (viejos aliados que proporcionaron armas y entrenamiento en tiempos de la guerra sucia), se desarrolla con plena intensidad para controlar a quienes el gobierno identifica como sus enemigos porque son enemigos de la corrupción y, por supuesto, eso afecta a un gobierno que no oculta su real y perversa intención.