Stu Velasco
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Hoy en Guatemala se conmemora el día de nuestras niñas y niños, el cual fue concebido para reconocer y recordar los derechos de la niñez, los cuales surgen tras las crueles consecuencias de la Primera Guerra Mundial, en donde millones de niñas y niños fueron víctimas inocentes de las guerras libradas durante 1914 -1918. De ahí se remonta la celebración e impulso a nivel mundial para destinar una fecha y día para dedicarlo a la niñez, en pro de pregonar y recordar a los Estados la prioridad y responsabilidad que deben dar a todo derecho y oportunidad de desarrollo de sus infantes.
Hoy numerosas familias celebrarán el día y darán un trato especial, además del que todos los días procuran para sus hijas e hijos, brindándoles lo necesario para que puedan desarrollarse en condiciones que les permitan desarrollar sus facultades psíquicas y físicas necesarias para su crecimiento integral, como brindar también educación, salud, seguridad, alimentación y todo derecho al que una niña y niño poseen.
Sin embargo, existe una terrible realidad en nuestro país, sí, una grave desatención e incumplimiento por parte del Estado a nuestra niñez, y es que celebrar el día de nuestra niñez en Guatemala sin mencionar cuáles son los padecimientos de ellos, sería burlarnos e ignorar a cientos de miles de niñas y niños que en su mundo feliz y su bella sonrisa, ignoran que están muriendo lentamente a causa de no contar con una alimentación adecuada, con una cobertura de salud básica, con educación como base de desarrollo, también aquellas y aquellos que continúan desaparecidos, o que son abusadas o abusados sexualmente, o nuestras niñas embarazadas producto de violaciones, y muchos otros ejemplos que están presentes en nuestro país.
Si en Guatemala la cifra de DESNUTRICIÓN CRÓNICA INFANTIL EN NIÑAS Y NIÑOS MENORES DE CINCO AÑOS ES DEL 46.5 por ciento, (Oacnudh) es decir alrededor del 50% de nuestra niñez está siendo condenada a que su cerebro no se desarrolle y que sus capacidades intelectuales jamás sean las adecuadas para los procesos de formación y aprendizaje, como padecimientos de insuficiencia renal, baja inmunidad, infecciones pulmonares, insuficiencias cardíacas, debilidad muscular y muchos otros sensibles padecimientos que pueden causarle la muerte.
De enero a julio del presente año se registraron un mil trescientos nacimientos en niñas de diez a catorce años: entre ellas cinco niñas de diez años, nueve niñas de once años, cincuenta y nueve niñas de doce años, doscientas treinta y siete de trece años y mil diecisiete de catorce años (Osar Guatemala). Esta también es una realidad de nuestra niñez, sin mencionar qué hay detrás de cada caso, y qué tipo de cuidado y atención tienen estas niñas-madres y sus bebés por parte del Estado.
Del año 2016 a abril de 2018, en México fueron detenidos 68 mil 409 niños de los cuales el 91% fueron deportados Centroamérica, (Unicef Informe Desarraigados en Centroamérica). Del año 2010 al 2018, en Guatemala continúan desaparecidos 9 mil 339 niñas y niños (Unidad Operativa del Sistema Alba-Keneth).
Esta es nuestra realidad frente a nuestra niñez guatemalteca, y es ahí en donde el Estado y nuestros gobernantes debiesen demostrar su ímpetu para atender estas tragedias y porque no decirlo ahí es cuando quisiéramos observar con tal frenesí a nuestros diputados-legisladores aprobar como en otras ocasiones “exprés” leyes que beneficien y frenen estas descomunales realidades.
Es por ello que todo aquel funcionario que roba a las arcas del Estado, aquel que encaletó más de Q200 millones, aquella y aquel pillo que negoció granos básicos de alimentación, son asesinos de nuestra niñez.
¡Nuestra niñez clama por ayuda!