Raúl Molina
Guatemala celebra su 197º aniversario de haberse independizado, políticamente, de España. Al romper con los peninsulares, los Criollos de Centroamérica se hicieron del poder y la riqueza en nuestros países, situación que aún subsiste, si bien en la emancipación participó toda la población. En la actualidad, Guatemala es un Estado ya no “fallido” sino que “mafioso”, y neocolonia de Estados Unidos. Si esto ha sido malo con gobiernos Demócratas, en las circunstancias actuales, bajo Donald Trump, la dependencia total de ese país, no solamente económica sino que también política, es parte de la tragedia nacional. Un primer paso hacia la segunda Independencia de Guatemala será el derrocamiento de Jimmy Morales, que ha terminado de entregar la soberanía nacional a Washington.
Salvador Allende expuso en Chile la idea de luchar por la segunda Independencia de América Latina. Javier Pinedo dice: “Durante el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973), el concepto fue usado explícitamente por el presidente Allende, en los términos señalados: liberarse del imperialismo norteamericano, para lograr una segunda independencia, esta vez ‘económica’, que permitiera eliminar la pobreza, la cesantía, la mala distribución de la tierra, y construir un mundo más justo, en unión con los países subdesarrollados del mundo”. La idea primera no fue de él; ya José Martí y Luis Emilio Recabarren la habían propuesto. Fidel Castro también la hizo suya después. Los grandes pensadores latinoamericanos plantearon la exclusión de Estados Unidos de la vida de los países de la región, por su carácter imperialista, que es la esencia para un nuevo proceso de independencia.
Esa meta pareció inalcanzable con la caída del bloque socialista y la imposición del modelo neoliberal capitalista; pero, al recuperarse los sectores progresistas de los efectos de las dictaduras militares, una vez realizadas las transiciones a gobiernos civiles, gradualmente en América Latina y el Caribe se fueron proponiendo proyectos de Estado autónomos de la injerencia imperialista permanente. El péndulo político se movió hacia la izquierda, particularmente en América del Sur. A partir de 2009, no obstante, el imperio ha contraatacado, proponiéndose frenar todas las iniciativas progresistas, primero con Obama y con más fuerza con Trump. Golpe a golpe se ha ido perfilando el carácter neocolonial de la región, entregándose recursos y voluntad política a Estados Unidos. No obstante, todavía las masas politizadas y los gobiernos de Cuba, Venezuela y Bolivia sostienen la idea de la segunda Independencia y con ellos los pueblos del resto de los países aspiran a cambios fundamentales para garantizar su verdadera autonomía. La solución de la crisis actual en el país por la vía popular puede constituir un nuevo ejemplo de Guatemala para las luchas de liberación de nuestros pueblos, como se hizo en 1944 y en 2015. Pese al imperio, a Trump y a sectores dominantes traidores en Guatemala, es posible y necesario expulsar a Jimmy y secuaces. No será la segunda Independencia todavía; pero estaremos en el camino de conseguirla y construir el Estado que nuestros cuatro pueblos reclaman.