Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Las necesidades del país en nutrición, educación, salud y demás son cuantiosas, sin embargo, la alternativa no es endeudarse y endeudarse, por el contrario, se debe reducir los gastos superfluos. ¿De qué nos sirve que el Presidente y la Vicepresidenta salgan robando cámara y que exista una elevadísima burocracia en el Ejecutivo y Legislativo?

El Congreso de la República, diputado por diputado debe demostrar que representan al pueblo y no aprobar un presupuesto deficitario que nos compromete internamente como internacionalmente. Cambien las normas de regalías, emulemos a países como República Dominicana, Ecuador, Bolivia y Chile; que los bienes no renovables los paguen a precios adecuados y justos, de lo contrario el país se desfundará.

El mismo sector empresarial organizado sabe que la velocidad de endeudamiento que han efectuado en los últimos doce años los gobiernos presididos por Óscar Berger, Álvaro Colom y Otto Pérez Molina es censurable e injustificado.

Aprobar Q4 mil millones para pagar deuda pública e intereses y endeudarnos por Q16 mil millones más en el próximo presupuesto solo es llevar a la presente y futuras generaciones a una situación insostenible que en un momento dado hará que explote la inflación y se disparen al triple los altos precios de la canasta básica.

La sociedad civil tiene que manifestarse y rechazar el presupuesto que pretenden se apruebe, el mismo debe ser recortado en por lo menos un 15% y así empezar a regresar paulatina y adecuadamente a los gastos sanos del Estado. Debe declararse de urgencia nacional una nueva disposición en cuanto a las regalías que el Estado percibe por la explotación de minerales como el oro y de derivados de petróleo, que son bienes y productos no renovables.

Cómo puede aceptarse y justificarse que una empresa canadiense gane todos los días más de lo que es el presupuesto de los ministerios de Salud o de Agricultura. La inversión que originalmente ellos hicieron ya les fue recuperada y no basta que voluntariamente le entreguen a los guatemaltecos una miseria.

La burocracia en todo sentido debe ser reducida en no menos del 15%, no hay dependencia del Estado donde no exista ineficiencia y, como dicen en México, gorrones que reciben ingresos porque son del partido oficial o parientes y amigos de quienes gobiernan el país.

Los medios de comunicación social, sin excepción, deberían demostrar su capacidad de fiscalización y análisis crítico, tomando las planillas, los horarios y las funciones de toda la burocracia, comparándolo con esas mismas funciones en el sector privado, no hacerlo los hace corresponsables de la debacle social y económica a la que cada vez más nos orillamos.

Fiscalizar el gasto público a nivel del Ejecutivo, Legislativo, Consejos de Desarrollo y alcaldías, es la única forma en que podemos encontrar la respuesta de que no se está dilapidando los impuestos que principalmente la clase media y la totalidad de los consumidores entregan día a día a un Estado ineficiente e insaciable.
¡Guatemala es primero!

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