POR DAVID CRARY/AP
NUEVA YORK

Las acusaciones de que el excardenal Theodore McCarrick mantuvo relaciones sexuales con seminaristas adultos avivaron el largo debate sobre la presencia de hombres homosexuales entre los sacerdotes católicos.

Algunos conservadores piden que se purgue a los curas gays, una tarea complicada ya que se cree que son muchos y muy pocos reconocen abiertamente su orientación sexual. Sectores más moderados instan a la Iglesia a eliminar la necesidad de mantener el secreto proclamando que los homosexuales son bienvenidos si pueden ser curas comprometidos con el celibato.

Entre los moderados más directos está el reverendo James Martin, un sacerdote jesuita y escritor cuyo libro “Building a Bridge” (Construyendo un Puente) vislumbra un camino hacia relaciones más cálidas entre la Iglesia Católica y la comunidad LGBT.

“La idea de una purga a los curas homosexuales es ridícula y peligrosa”, comentó Martin en un correo electrónico. “Cualquier purga vaciaría las parroquias y órdenes religiosas de miles de sacerdotes (y obispos) que llevan vidas sanas de servicio y vidas fieles de celibato”.

Esta postura enfurece a algunos católicos conservadores.

Michael Hichborn, presidente de un instituto que promueve la enseñanza católica tradicional, refirió el caso de McCarrick y dijo que debe haber “una completa y absoluta remoción de todos los clérigos homosexuales de la Iglesia”.

“Va a ser difícil y probablemente resultará en una gran escasez de sacerdotes”, indicó Hichborn. “Pero definitivamente valdrá la pena el esfuerzo”.

Aunque el escándalo de McCarrick ha intensificado el debate en Estados Unidos sobre los homosexuales en el sacerdocio, es un problema a nivel internacional. Escándalos de abuso por parte de clérigos han salido a la luz pública en Chile, Honduras, Francia e Italia.

En Estados Unidos, donde las investigaciones podrían determinar si los dirigentes eclesiásticos hicieron caso omiso de la tendencia de McCarrick hacia los seminaristas jóvenes, ha habido acusaciones de conducta sexual inapropiada en seminarios. El cardenal Sean O’Malley de Boston anunció hace poco una investigación a su seminario diocesano.

La doctrina católica se matiza en cuanto a la homosexualidad. La Iglesia dijo que los gays deben ser tratados con dignidad y respeto, aunque ha enseñado que los actos homosexuales son “intrínsecamente desordenados”.

En 2005, el Vaticano afirmó que los homosexuales, aunque fueran célibes, no deberían ser sacerdotes y dijo que los líderes de la iglesia no pueden aceptar a aspirantes a seminaristas que “practiquen la homosexualidad, presenten tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyen la llamada ‘cultura gay’”.

El Papa Francisco reafirmó esta postura, pese a su famosa frase “¿Quién soy yo para juzgar?” que dijo en 2013 cuando le preguntaron sobre un presunto sacerdote gay.

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