Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Es ya un hecho probado que la estrategia de mover la embajada de Guatemala de Tel Aviv a Jerusalén no respondió a impulsar los intereses de Guatemala sino los intereses de Jimmy Morales. La idea era quedar bien con Trump y el beneficio adicional que significó el apoyo de Netanyahu para montar sistemas de espionaje y represión en Guatemala no estaba presupuestado. Lo que querían era abrir una ventana para influir en el Presidente de Estados Unidos para acabar con el esfuerzo de la CICIG en la lucha contra la corrupción y se sintieron algo destemplados cuando, con ocasión del Desayuno de Oración en Washington, Trump recibió a Morales unos minutos, pero no le dio chance de hacer su caso pintándose como espejo de Trump, ambos acusados e investigados en lo que llaman una cacería de brujas.
El mes pasado tuvieron otro chance, cuando el embajador Espina organizó una pachanga costosa para recibir en la misión al yerno de Trump, el judío Kushner, quien obviamente por razones religiosas estaba más sensible a ver el gesto de Guatemala como encomiable y no como la basura vergonzosa que fue. No se ha querido decir quiénes participaron, pero seguramente fueron los principales operadores del Presidente, una Canciller sin capacidad y un ministro que por haber sido medio policía de inmigración allá siente que tiene todos los contactos del mundo para ser el operador político del presidente Morales en la capital norteamericana.
Otra vez calcularon mal porque la opinión de un judío como Kushner en un tema como el de la CICIG no sería de tanto peso como calcularon los lambiscones que le agasajaron en la embajada.
Si ese poder que se supone llegaron a tener en el entorno de Trump lo hubieran utilizado para proteger a nuestros migrantes, seguro que algo se hubiera logrado para que, por lo menos, hubiera un trato humanitario para esos padres de familia a los que arrebataron a sus hijos. Pero a Morales y su gente los migrantes solo les interesaron cuando les pudieron sacar pisto para el financiamiento electoral ilícito, nunca declarado por cierto, y fuera de eso lo que sufren los chapines les vale madre.
El Presidente estaba obsesionado con las investigaciones que CICIG y el MP habían hecho contra su hijo y hermano, contra él por el financiamiento electoral y por eso dispuso emprender la lucha para acabar con esa fuerza investigadora. Acabar la CICIG era fundamental, pero también poner a alguien en el MP que le cubriera las espaldas.
Algo pasó en el camino y la posición de Morales hoy es mucho más frágil que nunca y hasta me atrevo a pensar que la Fiscal General usará dos dedos de frente para darse cuenta que seguir el plan de apoyarlo es pegarse un tiro en el corazón porque la terminará arrastrando en el peor desastre de su vida y por ello no tardará en hacer lo que conforme a la ley y la ética tiene que hacer. Los gringos ya le zafaron la varita a Morales y el acoso que siente es peor que el que pudieron sentir algunas trabajadoras del Estado.
Incapaz de medir la realidad y entender su dimensión, no supo usar el poder y en la vida eso siempre tiene un alto costo.