Francisco Cáceres Barrios
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No cabe duda que a los guatemaltecos nos ha llovido duro y sin interrupciones. Salimos de un problema y nos encontramos con otro. Han sido múltiples las dificultades que hemos tenido que afrontar en lo social, económico, político y como si lo anterior no fuera suficiente, hasta la naturaleza nos ha jugado malas pasadas como la última erupción del Volcán de Fuego, sin embargo, hay que reconocer que hemos recibido de propios y extraños apoyos de diversa índole, los que nos han permitido al menos sobrellevar los avatares consecuentes. Como ejemplo, baste citar a los bomberos, los rescatistas, los agentes de seguridad y tantos espontáneos colaboradores que, no importándoles los riesgos de sus labores han expuesto hasta la vida misma, con tal de cumplir con sus obligaciones e incluso sobrepasarlas.
Un buen amigo me hizo llegar hace poco la narración de un cuento en donde una persona caminando en la obscuridad encuentra a un ciego que llevaba una lámpara encendida en la mano, por lo que le pregunta qué hace con ella cuando él es ciego. A lo que le responde que no le sirve a él, sino a otros, para que la luz les permita ver su camino. ¿No le parece a usted amable lector un buen ejemplo a imitar? Y sigue diciendo el cuento, alumbrar el camino de otros no es tarea fácil, pues muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos el camino de los demás, especialmente cuando nos circunscribimos solo a la crítica, al desaliento, al egoísmo, al desamor, al odio o al resentimiento.
Pues algo así debiéramos hacer los guatemaltecos que podemos conseguir y llevar una lámpara encendida en la mano para que otros vean el camino o la salida a tantos problemas que nos afligen, sin importar la índole o especie de los mismos. Debemos imitar la labor de ese hombre que aun quemándose las manos y los pies logró sacar a su familia de su destruida casa; debemos trabajar duro, así como lo hicieron varios espontáneos colaboradores conduciendo sus vehículos de doble transmisión atravesando ríos y veredas para llevar comida, ropa y utensilios a la gente que perdió todos sus haberes.
De igual manera, el que tenga la habilidad de escribir debe hacerlo para orientar a la población para que denuncie a los corruptos que siguen llevando al país por el despeñadero y el que pueda hablar, que lo haga todos los días, a gritos si fuera necesario, para que la impunidad deje de ser la causa que cada vez permite a más políticos seguir pisoteando las leyes que nos rigen. Por favor, sea usted el primero en imitar los buenos ejemplos.