Arlena Cifuentes
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Existe todo un ambiente de desinformación en la sociedad guatemalteca que es favorable a las causas oscuras y que considero es propiciada intencionalmente, ante todo porque saben que el nuestro es un pueblo fácilmente manipulable. Como he afirmado en otras oportunidades, somos un pueblo iletrado, analfabeta, con escasa posibilidad de acceder a una educación pública, que además es “deficiente”, lo que facilita su manipulación y profundiza que se genere una cultura política débil e intermitente. ¿Se han preguntado a veces, si en realidad tenemos verdaderos principios y prácticas ciudadanas?

Observo con preocupación que el poseer un título universitario no es sinónimo ni de interés ni del conocimiento sobre lo político, lo económico y lo social, y qué decir de las responsabilidades ciudadanas. No importando las diferencias sociales, ni el nivel educativo al que se pudo haber accedido se es de igual manera presa de ser manipulada por cualquiera. Mucho más, ahora en el atosigamiento de las redes sociales y sus “fake news”.

De esa cuenta, el hecho es que se trata al pueblo con total irrespeto aprovechando su vulnerabilidad. Es inconcebible que el señor Morales y quienes conforman el Pacto de Corruptos intenten echar mano de cualquier cosa para deshacerse de la CICIG, continuando así la guerra abierta contra esta institución, con el fin de evitar enfrentar la justicia. La Procuraduría General de la Nación ha recibido la orden de investigar a la CICIG, siendo esta una institución independiente. Es innegable el momento crítico que se vive en América Latina con los gobiernos que tienden a romper los mecanismos democráticos, por muy formales que sean.

Es en este contexto que acontece el fallecimiento del alcalde Álvaro Arzú, firme aliado del Presidente en los últimos tiempos. Se ha visto y leído en las redes sociales comentarios de quienes no piensan como el fenecido alcalde, algunos en términos muy ofensivos lo cual llama la atención, no porque yo haya pensado como él, sino porque quien quiera hacer un análisis serio a favor o en contra está en el derecho de hacerlo, lo que no se vale es el insulto y la bajeza.

Siempre he afirmado y lo seguiré haciendo que Álvaro Arzú circunstancialmente firmó la paz, entiéndase bien; el proceso no lo inició él ni fue su período presidencial el que sostuvo la parte medular de las negociaciones, a él le correspondió el momento protagónico; es decir, las condiciones estaban dadas por el trabajo previo realizado y por la presión internacional. No me lo contaron, estuve ahí a lo largo de los años. “Al César lo que es del César”. El PAN no conocía el espíritu de dicho proceso ni mucho menos lo que se sucedía en la mesa de negociaciones.

Hubo que darles una inmersión en el tema. La historia debe recoger los hechos como sucedieron y no como cada quien los quiera ver y contar o convenga a sus intereses.

Arzú guste o no, fue un caudillo al estilo de los de antes, aunque no llegó a la altura de los caudillos liberales. Eso sí, fue autoritario, siempre impuso sus criterios por encima de lo que pudiera decir la oposición, o aún a sus propios correligionarios; aunque por otro lado, en la alcaldía siempre contó con la mayoría del Concejo Municipal, por lo cual se ganó los epítetos de soberbio y prepotente. Hasta allí lo que puede decirse.

Lo cierto es que el presidente Morales podría haber perdido a uno de sus mejores y más fuertes aliados, al punto que cabe considerar la frase dicha por algunos “Guatemala hoy no tiene Presidente”.

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