POR RUSSELL CONTRERAS/AP
Albuquerque, Nuevo México, EE. UU.
La promesa del presidente Donald Trump de asegurar la frontera entre Estados Unidos y México con la Guardia Nacional no es un concepto nuevo, ya que Washington lo ha hecho en el pasado por distintas razones.
Sus dos predecesores, George W. Bush y Barack Obama, enviaron efectivos de la Guardia Nacional a la frontera. Y a través de la historia se han enviado soldados o milicias a impedir la fuga de esclavos negros, expulsar a los nativos de sus tierras ancestrales y reprimir las revueltas México-estadounidenses provocadas por la violencia de las turbas blancas.
Un vistazo a cómo Estados Unidos ha empleado el ejército y las milicias en la frontera con México:
ESCLAVITUD Y EXCLUSIÓN CHINA
Después que Estados Unidos se apoderó de Texas y otros territorios del suroeste tras la guerra con México, milicias armadas patrullaban la frontera en busca de esclavos negros prófugos. La vía tradicional de fuga hacia el norte -el llamado “ferrocarril subterráneo”- era demasiado larga para los esclavos, de manera que miles buscaban su libertad cruzando la frontera sur. Una guerra sorda se desarrolló entre los dos países.
Según el historiador James David Nichols, los texanos dueños de esclavos tomaban el asunto en sus propias manos y enviaban milicias armadas en busca de esclavos prófugos, incluso al otro lado de la frontera. México frecuentemente se negaba a entregar a los esclavos, y se producían escaramuzas violentas.
En las últimas décadas de 1800 y comienzos de 1900, se apostaban vigilantes a caballo desde El Paso, Texas, hasta California para impedir el ingreso ilegal de inmigrantes chinos.
Kelly Lytle Hernandez, profesora de historia en UCLA y autora de “Migra!: A History of the U.S. Border Patrol” (Migra: historia de la patrulla fronteriza de Estados Unidos), dijo que al principio no se imponían restricciones a la inmigración mexicana porque los agricultores estadounidenses necesitaban esa mano de obra.
REVOLUCIÓN Y REVUELTA
Reinaban las tensiones entre los colonos blancos, los mexicano-estadounidenses y los pueblos nativos en los territorios adquiridos por Estados Unidos después de la guerra con México.
Miguel Levario, profesor de historia en Texas Tech y autor de “Militarizing the Border: When Mexicans Became the Enemy” (Militarizando la frontera: cuando los mexicanos pasaron a ser el enemigo), dijo que el gobierno instaló guarniciones militares como la de Fort Bliss en El Paso, Texas, con el único fin de expulsar a los pueblos nativos de sus tierras. “Tenía poco que ver con la inmigración”, dijo Levario.
Al comenzar la Revolución Mexicana alrededor de 1910, los colonos blancos temieron que los mexicano-estadounidenses acudieran a las armas para plegarse al dirigente revolucionario Pancho Villa.
Cuando soldados de Villa en el norte de México mataron a 19 ingenieros blancos y el personal de una minera estadounidense, soldados estadounidenses borrachos, ávidos de venganza, atacaron a mexicano-estadounidenses en barrios pobres de El Paso, lo que provocó grandes disturbios en 1916. Se cree que la policía de El Paso, también en venganza, incendió el sector de presos mexicanos de la cárcel de El Paso y mató a 27, dijo Levario.
En represalia, Villa atacó la aldea de Columbus, Nuevo México. La incursión enfureció a los blancos, y el presidente Woodrow Wilson ordenó al general John J. Pershing que invadiera México para arrestar a Villa, pero no pudieron capturarlo.
Se convocó a unidades de la Guardia Nacional de todo el país y se envió a más de 100 mil efectivos a la frontera.
INMIGRACIÓN Y DROGAS
El Congreso creó en 1924 la Patrulla Fronteriza, que se fue ampliando lentamente a medida que evolucionaba su misión. Su primera tarea fue impedir el ingreso de inmigrantes asiáticos, y luego la de detener el contrabando de alcohol durante la época de la Ley Seca. Poco a poco, pasó a ocuparse de la inmigración indeseada de mexicanos.
En momentos de crisis los presidentes estadounidenses han enviado efectivos militares o de la Guardia Nacional a ayudar a la Patrulla, lo cual ha provocado controversias con los habitantes de la zona.
En 1997, marines que patrullaban la frontera para reprimir el contrabando de drogas mataron a tiros a Esequiel Hernández Jr., de 18 años, cuando pastaba las cabras de su familia cerca de la aldea de Redford, Texas, junto a la frontera. Las autoridades dicen que Hernández no tenía nada que ver con las drogas y, por el contrario, era un estudiante destacado.
La furia que provocó el incidente puso fin a la presencia militar en la frontera dispuesta por el presidente Bill Clinton. Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush envió efectivos desarmados de la Guardia Nacional como fuerza de apoyo, dijo Levario.
En 2010, el presidente Barack Obama envió efectivos de la Guardia Nacional para responder a la violencia creciente del narcotráfico.
En la actualidad hay más de 20 mil agentes de la Patrulla Fronteriza en la frontera entre Estados Unidos y México, y varias agencias federales también tienen presencia allí.