Ya la noticia del oneroso gasto de la SAAS en artículos de lujo para el Presidente era devastadora, pero no fue suficiente porque el mismo mandatario se encargó de echar más porquería en la bacinica al decir que él no tiene que pagar por nada de lo que adquirió la entidad encargada de su seguridad. En el acuerdo de creación de la SAAS no dice que tengan que comprarles desde el papel sanitario hasta el guaro de lujo que consumen todos los presidentes sino que se habla de velar por su seguridad y la de su familia.
¿Qué jocotes tienen que ver los anteojos Carolina Herrera con la seguridad del Presidente? Y si no tiene ropa adecuada para jugar tenis simplemente que la compre con su sueldo o se abstenga de practicar deportes para los que no está preparado. Morales, como sus antecesores desde tiempos de Berger, gana 4 mil 654 quetzales al día, lo que significa que mensualmente se embolsa Q141 mil 563, más de cincuenta veces el salario mínimo existente en el país y si bien se puede decir que sus responsabilidades son muchas, por lo menos debería cubrir sus gastos personales como lo hace cualquier ciudadano, aún los altos ejecutivos de las empresas.
Eso sin contar dobletes como el que generosamente le pasaba el Ministerio de la Defensa de manera absolutamente ilegal e inmoral, pero es inaudito que con un salario nominal como el que tiene asignado todavía se sangre al erario para cubrirle sus gustos. Justo es decir que la práctica viene de lejos porque todos los que han pasado por la Guayaba han gozado de prebendas y privilegios que implican la cobertura de todos, absolutamente todos, los gastos del gobernante y sus familiares. En otras palabras, el sueldo no es ni siquiera para sus dulces, sino para ahorro redondo, lo que implica que lícitamente se podrían retirar del poder con alrededor de un millón de dólares.
El argumento para subir el sueldo era que así se “evitaban tentaciones” relacionadas con la corrupción, pero cuando vemos casos como el del soborno a Otto Pérez por TCQ y el sobresueldo de Morales con cargo a las partidas secretas del Ejército, para citar sólo los ejemplos más recientes, nos damos cuenta que eran puras babosadas porque de todos modos, aún con sueldo mucho más que decoroso, puede más la ambición, la falta de principios y la inmoralidad de los gobernantes. En esas condiciones, salta a la vista el absurdo y mentiroso slogan de campaña porque de “ni corrupto ni ladrón”, no hay señas.