Por Gabriel Tuñez
Buenos Aires
Agencia (dpa)
«No puede ser, no puede ser», repite con sus zapatillas de punta en la mano Manuela Bruno, una de los 60 bailarines que hasta hace nueve días integraban el Ballet Nacional de Danza (BND), cerrado por el Gobierno argentino tras aducir razones económicas.
Bruno y sus compañeros recibieron casi al mismo tiempo un mensaje en sus teléfonos enviado por el Ministerio de Cultura en el que anunciaba el final del Ballet.
Horas antes el ministro, Pablo Avelluto, había comunicado la decisión al director del BND, Iñaki Urlezaga, uno de los bailarines argentinos más reconocidos internacionalmente de las últimas dos décadas.
«La reunión duró 20 minutos. Fue una decisión abrupta y necia», explicó Urlezaga en declaraciones a la prensa. En su Facebook, reconoció que tras el encuentro sintió «impotencia, tristeza, desolación» y «enojo».
El Ballet Nacional de Danza había sido creado en 2013 y durante los primeros tres años funcionó bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social. En 2017 fue traspasado al área de Cultura.
En total, mil 200 bailarines se presentaron en su momento a las audiciones realizadas en todo el país para integrar el ballet y solo 60 quedaron en el cuerpo estable. Manuela Bruno entre ellos.
Uno de los objetivos de la compañía fue llevar la danza clásica a un público que por motivos económicos o de distancia no tenía acceso a un espectáculo de ese tipo. Otro era la formación de bailarines que habitan en las provincias argentinas y no cuentan con la posibilidad de viajar a las audiciones en Buenos Aires.
Durante cuatro años el Ballet se presentó en teatros, clubes, escuelas, plazas y calles. Las entradas para asistir eran gratuitas y por orden de llegada. Cualquiera podía sentarse en una platea o en la ubicación más lejana al escenario.
Cada espectáculo era acompañado por clases magistrales y audiciones a cargo de los bailarines del BND y del propio Urlezaga, que en su extensa trayectoria profesional actuó en las más prestigiosas salas y festivales como primer bailarín del Royal Ballet de Londres y del Dutch National Ballet de Holanda.
«La compañía no hacía diferencias sociales. Su principal misión era acercarse a todo el público. Así recorrimos el país no sólo actuando en las principales ciudades de cada provincia, sino también pueblos y localidades, y siempre llevando el mismo espectáculo», comento Bruno a dpa.
La mayoría de los bailarines repasaron las coreografías del Ballet en la puerta del Ministerio de Cultura como protesta por el cierre. También desplegaron carteles y banderas, y anudaron las zapatillas de baile a una cuerda que cruzó toda la calle.
En las redes sociales los bailarines lograron miles de adhesiones con los hashtag #NoalcierreDelBalletNacionalDanza y #NoalVaciamientoCultura
«No puede ser que se cierre esta compañía. Es imposible que alguien no quiera que la cultura y la educación lleguen al pueblo de forma gratuita», afirmó Bruno, nacida, como Urlezaga, en la ciudad bonaerense de La Plata.
Los bailarines repetirán la protesta en los próximos días hasta lograr la apertura de una negociación con el ministro Avelluto, que no se refirió públicamente al tema.
«Queremos que nos conozcan todos y que este problema pueda llegar a oídos de alguien que tenga el poder de cambiar este destino», agregó Bruno.