Raúl Molina
La derecha no basta para que las minorías ricas y poderosas controlen los Estados; ahora proliferan los gobiernos de extrema derecha. Es el renacimiento, sumamente peligroso, del fascismo, nazismo y racismo supremacista en Estados Unidos, que creíamos en vías de extinción. Si bien las potencias occidentales pensaron que la caída del bloque socialista llevaría hacia el capitalismo neoliberal y su tipo de democracia, su codicia y afán de lucro han castigado a las clases trabajadoras y las poblaciones vulnerables, generando rebeldía y la exigencia de derechos humanos. Por pocos lustros se logró en América Latina y el Caribe que gobiernos responsables atendieran las necesidades de las grandes mayorías y el péndulo se movió hacia la izquierda. Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina y Ecuador lograron instalar políticas redistributivas que permitieron gozar de beneficios a los sectores más necesitados. Así, se hizo posible que el FSLN y el FMLN llegaran al gobierno en Nicaragua y El Salvador. Cuando en Honduras se vio la posibilidad de un gobierno de centro-izquierda en 2009, Estados Unidos decidió actuar para parar la ola progresista en el continente, expulsando al presidente Zelaya y entregando el país a la banda que lo ha tenido secuestrado y reprimido; es la misma banda que ahora se ha robado las elecciones. Washington también aplicó su “golpe blando” contra Lugo, en Paraguay y, luego, las agencias estadounidenses, abiertas y encubiertas, fueron mandatadas para desestabilizar a los gobiernos progresistas. Hoy, el panorama latinoamericano se encuentra marcado por la derecha “no inteligente”, la que busca imponerse por la fuerza.
Ante las crisis provocadas por el modelo neoliberal y las guerras de conquista de las potencias para apropiarse de recursos naturales, se abrió la oportunidad para que los grupos de extrema derecha se reinsertaran en la vida política de Europa, Estados Unidos y América Latina. Fenómenos como las migraciones masivas han exacerbado la xenofobia y el racismo en sociedades que en el pasado brindaban solidaridad a las luchas de los pueblos por su emancipación. Al eliminarse el concepto de la igualdad de los seres humanos, cobra fuerza el concepto de supremacía, con la consecuencia de que los supuestos “supremos” se auto-asignan el derecho de abusar y explotar a los demás. La extrema derecha se tomó el gobierno de Estados Unidos y lo hizo aun habiendo perdido Trump las elecciones por más de dos millones de votos. Desde el primer momento, Trump se ha convertido en el “campeón” de todas las causas que privilegian a los ricos y poderosos y castigan a los pobres y las capas medias. Se le asestan derrotas políticas, como limitar por un tiempo su exclusión de migrantes musulmanes, evitar incursiones militares en Venezuela o votar en su contra en la ONU; pero se sabe que siempre vuelve a la carga y que aplicará todas las medidas para intentar salirse con la suya. Este es el más peligroso giro hacia la derecha, porque este gobernante no admite razón alguna y no respeta valor alguno; pero todo giro hacia la derecha es peligroso y nos debemos aprestar en cada país para luchar por cambiar el rumbo.