Javier Monterroso
Jimmy Morales llegó a la Presidencia de la República con más de dos millones de votos, eso lo hace probablemente el Presidente que asume el cargo con mayor apoyo popular en la historia, pero hay que tener algo claro: la única razón por la que ganó las elecciones fue por los casos de corrupción que la CICIG y el Ministerio Público comenzaron a sacar en abril de 2015 y que afectaron a la clase política tradicional; en una entrevista que tuve con él en mayo de ese mismo año, claramente me dijo que no creía ganar, que su expectativa era quedar en un tercer o cuarto lugar. Sin embargo, la coyuntura generada por los casos de corrupción y su hábil campaña de “ni corrupto ni ladrón” lo convirtieron a los ojos de la mayoría de votantes en el único que no era un político tradicional, el “outsider” como lo llaman los teóricos de la política.
La mayoría de los que votaron por Jimmy Morales eran jóvenes menores de 30 años, los llamados “millenials”, esta aseveración la sostengo basado en dos encuestas: una elaborada en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos de Guatemala entre jóvenes comprendidos en ese rango donde Jimmy arrasó, la otra hecha por la cadena Telesur en la Plaza de la Constitución, precisamente durante las manifestaciones masivas contra la corrupción llevadas a cabo en el año 2015, para estos jóvenes muchos de los cuales nunca habían votado, lo importante no era la propuesta política, la ideología, el plan de gobierno, pues el señor Morales carecía de todo ello, lo importante era votar por alguien nuevo, diferente, no por los mismos corruptos de siempre “ni corrupto ni ladrón”.
Las consecuencias de una decisión tan mala están a la vista: carreteras colapsadas, la ejecución más baja de la historia en todos los ministerios (excepto por supuesto en Defensa donde los militares saben muy bien desde hace décadas cómo gastar su presupuesto), una incapacidad absoluta por llevar adelante los programas más básicos, un gobierno sin una obra importante, ningún objetivo trazado a mediano plazo, y durante el último año pareciera que el Presidente y su equipo se han dedicado única y exclusivamente a boicotear la lucha contra la corrupción y la impunidad: impidiendo la reformas constitucionales, intentando sacar a Iván Velásquez y apoyando un pacto de corruptos para evitar ser procesados y aprobar leyes que garantizaran impunidad.
No se puede decir que sea el peor gobierno de la historia de Guatemala sólo porque este país ha tenido tantos dictadores violadores de derechos humanos como Cabrera, Ubico, Ríos Montt, y otros que han llegado al poder democráticamente y saqueado las arcas del Estado como Otto Pérez Molina, pero sí podemos calificar éste como el gobierno más inútil, el que llegó al poder por descarte, sin idea de que hacer y por eso no hizo nada durante el gobierno, en ese sentido es el gobierno más inútil de la historia, y todo parece indicar que estamos atrapados y deberemos sufrirlo dos años más.