Si algo ha impedido el crecimiento y el desarrollo de Guatemala es la corrupción de un sistema cooptado que acumula todos los beneficios para los que conforman la más eficiente alianza público – privada (la de robarse el dinero que debiera servir para inversión social), dejando al resto en completo abandono y forzados a ver en la migración su única esperanza de mejorar condiciones de vida. Podrá pensarse que la corrupción es apenas una parte del problema, pero cuando entendemos que se llegó a perfeccionar un modelo en el que desde la más elemental hasta la principal de las decisiones de Estado se toman pensando en cuánto moco va a dejar para que se lo repartan los políticos y sus socios financistas, tenemos que comprender porqué es que nuestro país tiene ausencia absoluta de verdaderas políticas de desarrollo.

No puede crecer un país en el que el Estado abandona la inversión efectiva para promover el gasto corrupto que se traduce en obras mal hechas o suministros deleznables y caros. No puede crecer un país donde el empresario sabe que por haber financiado campañas políticas tiene asegurados privilegios que le multiplican las ganancias sin necesidad de competir en un mercado que, de todos modos, depende de las remesas que envían las víctimas del sistema corrupto que fueron expulsadas de su terruño por la falta de oportunidades.

Mientras la inversión en educación esté dirigida a mantener la alianza corrupta con un magisterio que negocia apoyos políticos al gobierno a cambio de aumentos salariales, pero que a cambio no ofrece ninguna mejora en la calidad educativa, no podemos esperar que haya crecimiento real en el país. La salud pública nunca promoverá mejores condiciones sanitarias para la gente porque está centrada en compras viciadas y abandona cualquier proyecto de salud incluyente que, además, se ocupe de las condiciones sanitarias en que vive la gente.

Nunca tendremos un país con eficiente transporte, porque el mismo es nido de negocios para unos cuantos pícaros que no quieren ni pensar en un sistema metropolitano, pues no quieren dejar de controlar sus fideicomisos que son la gallina de los huevos de oro. Y así podemos citar casi cualquier necesidad de inversión para apalancar el crecimiento con desarrollo y veremos que nada se hace porque el único interés común es el que une a los políticos y sus financistas para apuntalar y mantener el más podrido sistema político que se pueda imaginar. Eso, por supuesto, no lo entiende quien con mucha técnica quiere analizar el tema de la corrupción y solaparla porque es el juego que todos juegan.

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