Con una velocidad inusual, el gobierno recibió las cartas credenciales del embajador Luis Arreaga en menos de lo que canta un gallo y el enviado de Washington no perdió tiempo para iniciar su trabajo en Guatemala tras hablar con el Presidente y con el Presidente del Congreso. El señor Arreaga sabe que encuentra un país polarizado en extremo y que parte de esa confrontación modificó el escenario en cuanto a las relaciones con Estados Unidos, puesto que viejos aliados de Washington durante 1954 y luego durante el conflicto armado que sufrimos, lanzaron rayos y centellas contra el embajador Todd Robinson por considerar que este era un enviado de Obama y no de Estados Unidos, lo cual los llevó a cabildear cuando ganó Trump para que, según ellos, se destituyera al diplomático para que enviaran a uno que represente al nuevo Presidente.
Se sabe que el señor Arreaga es un diplomático de carrera que ha trabajado por muchos años en el Departamento de Estado y que, en tal virtud, sabe cuál es la línea institucional de la diplomacia global, pero en particular con este poco socorrido Triángulo Norte de Centroamérica, donde la debilidad de las instituciones, producto de la corrupción, se traduce en facilidades para que el crimen organizado ocupe espacios importantes, pero también para que los ciudadanos que desean un mejor futuro emigren ante la certeza de que su propio país les niega las oportunidades porque todos los recursos que debieran servir para crearlas se dilapidan en negocios sucios.
Creemos importante que un diplomático como el señor Arreaga, tan vinculado con Guatemala, pueda realizar sus contactos con los distintos sectores para aquilatar la postura de cada uno y entender el papel que juegan en la crisis actual y, en general, en la sociedad guatemalteca con respecto a las perspectivas de futuro.
Históricamente los embajadores de Estados Unidos han sido siempre muy influyentes porque aún y con lo que se dice de la soberanía, debemos reconocer que estamos en su área de influencia y que, aún siendo en verdad irrelevantes para sus principales intereses, hay detalles que les preocupan y entre ellos destaca el tema de la migración con todas sus consecuencias.
El embajador Arreaga verá una intensa lucha porque, por vez primera, la corrupción llegó a ser objeto de la preocupación de un importante sector de guatemaltecos y a eso ayudó mucho el trabajo que vienen haciendo la CICIG y el Ministerio Público que justamente hoy realizan operativos para uno de los casos de corrupción, de esos que empobrecen al país.