Por María Prieto (dpa)
Berlín
Agencia (dpa)

Desmontados los andamios que durante los últimos siete años han recubierto su estructura, la Ópera Estatal de Berlín (Staatsoper Unten den Linden) se vestirá mañana de gala para vivir una reapertura histórica que marca el inicio de una nueva era.

Coincidiendo con el festivo nacional en el que se conmemora la reunificación de Alemania, en 1990, la música volverá a embriagar a los melómanos entusiastas que acudan este 3 de octubre al templo operístico situado en el centro de la capital alemana. El sonido, no obstante, tendrá un nuevo color.

La profunda reforma a la que ha sido sometido el edificio de estilo prusiano ha permitido mejorar de forma notable la acústica de la sala.

«Estoy sorprendido por lo excepcionalmente bien que suena», señaló el director musical de la Staatsoper, el argentino Daniel Barenboim, tras realizar varias pruebas de orquesta.

«Todavía no he comprobado cómo suena con público, pero va a ser seguramente algo totalmente diferente», agregó en una entrevista con dpa.

Por deseo de Barenboim, los techos de la Staatsoper se alzaron cinco metros. De esta forma, se ha creado una nueva galería que amplifica la resonancia y permite que el tiempo de reverberación de la música se duplique hasta los 1,6 segundos.

Las nuevas condiciones de sonido, que han sido probadas en los últimos días con obras de Mozart, Brahms o Stravinsky, ofrecen además nuevas ventajas para los cantantes, que ahora no se ven obligados a sobreponer su voz a la orquesta.

«Szenen aus Goethes Faust», de Robert Schumann, ha sido la obra elegida para la reapertura de la Staatsoper. No se trata de una gran ópera, sino de una composición minimalista con la que se podrá saciar al público más exigente en un momento en el que la sala todavía requiere de ajustes técnicos.

Entre los ilustres asistentes se encontrará la canciller Angela Merkel, una gran aficionada a la ópera, quien en compañía de su marido Joachim Sauer acude anualmente al festival wagneriano de Bayreuth que se celebra en época estival en el sur Alemania.

Con escenificación del director general de la Ópera Estatal de Berlín, Jürgen Flimm, y con Daniel Barenboim como director musical, la gran noche de la Ópera berlinesa recuperará la esencia de la tradición germana.

«Queríamos una gran obra que estuviese ligada con nuestra historia cultural», señaló Flimm sobre la elección de una pieza musicalizada inspirada en el Fausto de Goethe.

Terminados los grandes fastos, la Ópera Estatal de Berlín cerrará sus puertas durante dos meses para realizar ajustes técnicos.

La renovación de la Staatsoper no ha estado exenta de contratiempos, lo que ha motivado que su reapertura se haya retrasado hasta cuatro años y sus sobrecostes se hayan disparado, amenazando en convertirse en todo un escándalo.

En vez de los 239 millones de euros (280 millones de dólares) inicialmente estimados, la factura final ha ascendido a unos 400 millones de euros.

Una parte del presupuesto ha ido a parar a la construcción de una conexión subterránea entre el escenario y la sala de ensayos que facilita enormemente la logística. Se trata, en concreto, de un túnel de 75 metros de largo y 18 metros de altura que permite ganar tiempo a los músicos.

Por fuera, el edificio de la Staatsoper recupera el color rosado que lucía después de que el arquitecto Richard Paulick se encargara de su reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial.

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