Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Ayer, al terminar una reunión en Estados Unidos, el gerente de la empresa me hizo esa pregunta y yo creí que se refería a los temas de corrupción y la forma en que nuestras autoridades han querido eliminarlos simplemente borrando del catálogo de leyes todo lo que tiene que ver con el saqueo que se hace de los fondos públicos. Se levantó y me entregó un sobre de correo que me había enviado a finales de agosto y que le fue devuelto con un sello que dice que el servicio de correos ha sido suspendido hacia ese país, nuestra deteriorada Guatemala. “Nunca en mi vida había visto algo así y eso que mandamos correos a muchos lugares del mundo”, me explicó.
No le quise explicar que ahora por lo menos tienen la decencia de enviarlo de regreso al remitente, mientras que durante años, desde que Arzú y García-Gallont privatizaron el servicio de correos, simplemente lo almacenaban en bodegas sin repartirlo nunca. Se suponía que la privatización era para hacer más eficiente la prestación de servicios públicos, pero a las pruebas hay que remitirse y esta es una verdadera vergüenza porque no hay muchos países en el mundo, si es que hay otro, que tenga que devolver los correos que llegan del exterior simplemente porque su sistema no funciona.
Y si fuera únicamente el correo lo que no funciona pues uno podría pensar que es una calamidad que ello ocurra, pero cuando se da cuenta que vivimos en un país donde realmente nada funciona, donde todo es un desastre porque lo hemos dejado colapsar, debemos sentir el peso de lo que ha significado haber estado gobernados tanto tiempo por esa calaña de pícaros que se han encargado únicamente de repartirse con sus financistas el dinero del pueblo. Si vemos las carreteras, la seguridad ciudadana, la justicia, los hospitales, el sistema educativo, la protección de la niñez, entre otras tantas cosas, vemos un Estado totalmente fallido y una institucionalidad pervertida para ponerla siempre al servicio de camarillas de políticos y empresarios, unos tradicionales y otros de los que han emergido del crimen organizado y de la misma corrupción.
Los guatemaltecos hemos aprendido a vivir en medio de ese desastre y lo tomamos como algo “normal”, así como dice el Presidente que es la corrupción, pero afuera nos ven como micos raros, sin poderse explicar cómo es que un país no puede ni siquiera entregar correspondencia importante que envían de otros lados.
Publico hoy foto del sobre que me hicieron el favor ayer de entregarme en propia mano, debido a que vivo en un país en donde está suspendido el envío de correos.