Anoche la tierra se estremeció mucho más fuerte de lo que hemos podido sentir en los últimos tiempos, y entre las autoridades y los medios se debate sobre si lo ocurrido fue un temblor o un terremoto con la idea, parece ser, de que la diferencia es la cantidad de daños materiales y físicos que pueda producir el sismo. Desde el punto de vista del idioma tenemos que decir que el Diccionario de la Real Academia, que es la fuente para consultar el sentido de las palabras en español, no hace ninguna diferencia porque ambas palabras están definidas justamente como el movimiento de la tierra.
Por ello es que desde el punto de vista del idioma no hay diferencia entre los términos aunque aquí nuestras autoridades dicen que el terremoto es cuando se producen destrozos, pero no existe una medida precisa de la cantidad o el valor de los daños para definir cuándo usar una u otra palabra. Lo cierto del caso es que Guatemala es un país expuesto a grandes riesgos por desastres naturales y tenemos que agradecer a Dios que el fuerte movimiento terráqueo de anoche no haya causado las desgracias que se podían predecir cuando se estaba sintiendo el movimiento de la tierra.
La importancia de la prevención se ha demostrado ahora en el Océano Atlántico donde uno de los más poderosos huracanes de todos los tiempos ha causado daños materiales elevados, pero el número de víctimas mortales se mantiene relativamente bajo pese a la intensidad del fenómeno. Como pasa mundialmente, los sitios habitados por la gente más pobre son los más afectados debido a la fragilidad de sus viviendas y lo mismo pasa en Guatemala y ocurrió en 1976 cuando sufrimos el gran terremoto que costó alrededor de 25 mil vidas.
El terremoto de anoche tiene que servirnos para recordar que vivimos en una zona telúrica y que estamos expuestos de manera constante a sufrir esos movimientos de la tierra que pueden causar enormes daños y pérdida de vidas humanas. No nos distinguimos precisamente por tener eficientes y probados mecanismos de prevención y hace falta mucho para que nuestra Conred pueda compararse con instituciones similares en otros lugares del mundo. Empezando por la comunicación eficiente que no es fluida y tampoco hay programas permanentes de capacitación a la ciudadanía para que pueda estar preparada cuando ocurra algún desastre que puede ser terremoto o los peligrosos disturbios tropicales que han causado muchos muertos en el pasado. Mejorar la prevención se convierte en un reto y el terremoto de anoche nos lo vino a recordar.