Alfonso Mata
Un poco de historia: Ya vamos para los 90 años, pues fue en 1928, cuando el médico y biólogo escocés Alexander Fleming descubrió el primer antibiótico, la penicilina, sin saber que con eso iba a revolucionar para mejor o peor la medicina, porque, sí los antibióticos desde la década de los cuarenta han salvado millones de vidas, su uso excesivo está causando complicaciones. Hasta hace poco, los antibióticos eran tan milagrosos, que nunca se dudaba de su éxito. De repente, la tecnología diagnóstica ya no avanzó tan rápido, como para precisar mejor su uso, a tal punto que no sabemos los médicos, ni tampoco tenemos tan claro rápidamente, sí una enfermedad en un paciente es causada por un virus o una bacteria y es ahí donde empezamos a patinar en el uso de los antibióticos y entramos al reverso de la medalla, el daño.
La mayoría de bacterias son ajusticiadas por los antibióticos, pero algunas resisten. A las bacterias les pasa lo de aquel cuento: «Es como el primer día de invierno, nadie llevó paraguas, casi todo el mundo se mojó, pero siempre hay uno que si lo lleva, y en el segundo día, cada uno tiene su paraguas”. De tal suerte que, cuando las bacterias aprenden a protegerse contra la lluvia de antibióticos, les muestran a las demás cómo hacerlo.
Durante mucho tiempo, la capacidad de adaptación de las bacterias, no fue un problema para tratar las infecciones, ya que continuamente se desarrollaban nuevos antibióticos. Parecía que la medicina iba un paso por delante. Pero desde finales de la década de 1980, los antibióticos se volvieron “recursos limitados», por lo tanto, más y más tipos de bacterias resultaron resistentes. De ahí la importancia actual de «reducir el despilfarro de su uso.»
Medicina avanzada, imposible sin antibióticos
«Sí se usan correctamente, los antibióticos son una droga milagrosa» –se enseña a los estudiantes de la salud. Sin ellos, infecciones del tracto urinario por ejemplo, pueden al no curarse bien, ser seguidas de complicaciones fatales, tales como sepsis. Todos sabemos que en un mundo sin antibióticos, esto sería cavarle la tumba a muchos y el fin de muchas técnicas de la medicina moderna como: los trasplantes, la quimioterapia, la reanimación, en fin, muchas condiciones que ponen a los pacientes en un estado frágil y que no les permitiría sobrevivir sin antibióticos.
Cuando la medicina convencional no es suficiente y la prescripción de antibióticos no está bien hecha por la mano del paciente y del médico, la cosa se complica pues hay que entender que: «No somos nosotros los que debemos crear las infecciones, sólo tratarlas».
Pero veamos que ha estado sucediendo. Para eso tenemos que irnos a la práctica general de cómo se usan y es en este momento en que empiezan los problemas. Muchas recetas de antibióticos y su uso sin recetas también, corresponden en un 70% al manejo de las infecciones respiratorias. Lo malo de esto está, en que, de acuerdo a los sistemas de vigilancia epidemiológica bien montados, muchas infecciones respiratorias, son de origen viral donde el antibiótico, ni fu ni fa, no funciona.
Para el buen uso de los antibióticos, el médico debe averiguar si una infección es de tipo bacteriano o no, se deben tener pruebas disponibles. Eso aún para el médico resulta difícil y por eso tanto la gente, como muchos médicos, lo que hacen es tirar antibióticos sobre las infecciones como si se tratara de “tirar piedras” o usan el argumento: “no se sabe, así que cubrámonos”. Eso impide montar una campaña que diga: «Los antibióticos no son de uso automático ante los problemas respiratorios.»
La cosa no tendría importancia, si eso no tuviera consecuencias, pero mire usted lo que dicen ya algunos centros e investigadores serios: Al alterar la composición de las bacterias en nuestro intestino desde las etapas tempranas de la vida; al propiciar el uso masivo e indiscriminado de antibióticos, eso se vuelve la causa de muchas enfermedades en adultos. Y ponga usted atención hasta dónde van las cosas. Algunas enfermedades como la obesidad, la diabetes o el asma, podrían tener su origen en la toma de antibióticos durante la infancia. Esto lo reportó hace ya más de un año, un equipo de investigadores de la Universidad de Minnesota (EE.UU.), en la revista the Cell Host & Microbe, tras el análisis que hicieron de conocimientos actuales sobre los vínculos entre enfermedades intestinales, los antibióticos y las bacterias.
Tampoco podemos dejar pasar por alto que, la comunidad científica, poco a poco, ha tomado conciencia de las consecuencias alarmantes de estos fármacos sobre las bacterias que ocupan nuestro intestino. Hoy en día, se considera que la microbiota intestinal, es un miembro con pleno derecho en nuestro cuerpo, como lo es la célula hepática o cardíaca y que tiene interacciones muy complejas con nosotros y que puede ser profundamente alterada por los antibióticos.
Y ¿por qué lo anterior es posible? De hecho, los antibióticos, cuando actúan en nuestros tejidos, erradican algunas de nuestras bacterias «buenas», lo que crea un desequilibrio en el origen de ciertas enfermedades y además, muchas veces, vuelven las bacterias dañinas y resistentes al antibiótico. Estas nuevas bacterias con armadura protectora, ocupan el lugar dejado vacante por la bacteria desaparecida con el uso de los antibióticos y se vuelven dominantes por su crecimiento y la tenemos entonces lista, para conquistar nuevos territorios y no cooperar con nosotros ni con sus compañeras buenas. En los niños pequeños, donde las bacterias intestinales son muy sensibles al medio ambiente hasta la edad de 3 años, los que toman antibióticos muy seguido, pueden afectar a corto y largo plazo su salud.
¿Cuál es entonces el camino a seguir?
Primero que nada, un uso distinto de los antibióticos, eso en buen español significa, como dijo ya hace mucho un profesor de clínica: «Se necesita que los antibióticos solo sean utilizados por aquellos que realmente lo necesitan y por los conocedores de su adecuado uso.” Eso significa que el paciente debe pasar por el desarrollo de un buen diagnóstico; pero en esto, aún estamos en pañales, aunque no será por mucho tiempo. Ya existen esfuerzos en el campo de la ciencia y tecnología médica, para lograr una rápida orientación con pruebas precisas de diagnóstico, que son herramientas de detección, que nos permitirán guiar la terapia antibiótica en 2 o 3 horas contra lo tardado de ahora. En la industria farmacéutica por su lado, actualmente están por encontrar productos, que no alteren la microbiota intestinal y/o prevenir el desarrollo de resistencia en las bacterias.
¿Por qué gustan tanto los antibióticos? Eso es fácil de entender; todavía hay muchas infecciones, provocadas por bacterias, que necesitan ser tratadas con este fármaco y para la mayoría de las personas, no hay razón para no utilizarlos, porque estos son medicamentos que curan, mientras que la mayoría de los fármacos usados en otros tipos de enfermedades, no hacen más que enlentecer el desarrollo patológico de la enfermedad. La fe mueve montañas.
Sobre el gran peligro de su mal uso y la resistencia que se puede crear, es mucho lo que se podría decir, pero el problema es que su uso se trata de un fenómeno muy discreto: La resistencia bacteriana, no se ve. Hay mucho trabajo en ello y en otro artículo hablaremos sobre esto. Acá solo diremos que una bacteria resistente a los antibióticos (BRA), es una bacteria que es sensible sólo a un número muy pequeño de los distintos tipos de antibióticos que existen. Todas las bacterias implicadas en las infecciones que suceden en las comunidades o las intrahospitalarias (nosocomiales) pueden desarrollar resistencia a múltiples fármacos.
También importa saber que, cada clase de antibiótico o familia (penicilinas, aminoglicósidos etc), dependiendo de su estructura química, va a tener un modo de acción diferente sobre la bacteria. El espectro de acción (cuantos tipos de familia pueden atacar) de los antibióticos, es diferente de una familia y de un antibiótico a otro y el cambio de su efectividad para combatir a las bacterias a lo largo del tiempo, está en función de la adquisición de resistencia. Hay dos tipos de resistencia bacteriana a los antibióticos: la natural y la adquirida. Algunas bacterias son naturalmente resistentes a los antibióticos, su herencia genética las hace insensibles a ciertas familias de antibióticos y difunden esa resistencia a su descendencia.
Además, cuando las bacterias se bombardean de antibióticos, con el tiempo desarrollan resistencia contra los que eran previamente sensibles: se llama «resistencia adquirida». Esta resistencia es ya sea debido a la mutación de patrimonio genético de la bacteria o a la adquisición por la bacteria, de un «plásmido» que no es más que un gen de resistencia a material de soporte, que se adquiere de otra bacteria. Este último modo de resistencia adquirida, es la más común, representando más del 80% de la resistencia adquirida.
Para la elaboración futura de nuevos productos para combatir las bacterias que nos causan enfermedades, hay algo que es interesante. Ya sean redonda, ovalada, como palos, guadañas, en general todas las bacterias construyen sus paredes celulares, de la misma manera, con los mismos materiales, lo que varía es que se encuentran en diferentes proporciones. Uno de los grandes avances actuales es que ya empezamos a entender cómo construyen sus paredes celulares, que son sus murallas contra el medio ambiente y eso permitirá la formulación de nuevos antibióticos.
Las bacterias son pequeñas bolsas, con muchas estructuras adentro y con una pared rígida, que mantiene su forma, integridad, y los componentes protegidos de su ambiente interno. Esta pared lo que tiene de especial es que está «viva» y en perpetua renovación y remodelación. Los antibióticos para actuar o bien rompen la pared y desarticulan el interior de la bacteria o bien, pasan la pared y actúan sobre las estructuras internas y los genes de la bacteria.
Para quien interese. A través de una técnica llamada «espectroscopía de RMN en estado sólido,» el equivalente a una resonancia magnética médica, los investigadores fueron capaces de tomar imágenes en 3D a nivel atómico, de uno de los principales «bloques de construcción» de esta pared llamado peptidoglicano, en presencia de una de las enzimas responsables de su producción. El peptidoglicano, es un polímero de base de la pared bacteriana, que es independientemente de las especies de bacterias y es esencial para la supervivencia bacteriana. Al igual que el block puede usarse en la casa del pobre o del rico, el peptidoglicano puede usarse en todo tipo de bacteria. A diferencia de los métodos convencionales de la biología estructural (cristalografía de rayos X, microscopía RMN o en solución), esta técnica permite estudiar la pared celular bacteriana como un todo y en presencia de su maquinaria de síntesis. Las enzimas que por ahí se encuentran, son proteínas que sintetizan peptidoglicano y por lo tanto, al haberlas observado actuando se conoce la forma de la máquina que crea la pared y cómo funciona. Hemos sido capaces de describir con precisión la síntesis de un mecanismo de la pared celular bacteriana.
Ahora viene lo interesante, es precisamente esta pared bacteriana, la que es la diana de antibióticos que inhiben la síntesis del peptidoglicano. Este es el caso de los antibióticos beta-lactámicos, una clase de antibióticos que incluye derivados de penicilina, cefalosporinas, monobactámicos, carbapenems, e inhibidores de beta-lactamasa y entonces, el interior de la bacteria queda expuesto y puede ser destruido. Lo que ha estado sucediendo con el uso de estos antibióticos es que, cada vez más bacterias, están desarrollando resistencia a estas moléculas y no las dejan tocar su muralla. Modifican los receptores diana en la superficie de su pared por donde entraban los antibióticos, lo que hace que los antibióticos sean ineficaces. Conocer los detalles de los mecanismos bacterianos que hace la pared no se puede penetrar, podría conducir a encontrar moléculas capaces de bloquear la síntesis y por lo tanto matar las bacterias más eficientemente.
«Se necesita que los antibióticos solo sean utilizados por aquellos que realmente lo necesitan y por los conocedores de su adecuado uso.”