Luis Fernández Molina

Nuestra ciudad capital -que hoy conmemora su fundación- pudo haberse llamado Santiago, igual que la capital chilena que ha sido la única «Santiago» que ha conservado ese nombre (originalmente Santiago de la Nueva Extremadura). Muchas otras ciudades grandes se bautizaron como Santiago: Santiago de Caracas, Santiago de Cali, Santiago de Guayaquil, Santiago de Querétaro, Santiago de León (Nicaragua), Santiago de Cuba, Santiago de República Dominicana, Santiago de Mérida (Venezuela), entre muchas otras poblaciones. En Filipinas hay tres Santiago de los Caballeros y hasta en Guinea Ecuatorial y en México más de diez. En Guatemala también abundan los Santiagos, tal como Santiago Atitlán, Santiago Sacatepéquez, y otros que han ido cayendo en desuso, como Santiago Momostenango.

También pudo ser conocida como la ciudad de Asunción, como la capital paraguaya, toda vez que el asentamiento en este valle se conoció como «Guatemala de la Asunción» y su feria titular es el 15 de agosto que la Iglesia conmemora la Asunción.

Santiago es santo patrón de los españoles, especialmente de los ejércitos hispanos. Un santo muy querido con el que fácilmente se identificaban los soldados, pues fue el mismo apóstol quien guio las tropas en la reconquista. Fueron batallas cruentas en que la milicia cristiana se debatía con los invasores musulmanes al grito de «Por Santiago y por España» (también «Santiago y cierra, España»). Cruzada feliz que permitió que estemos hoy día escribiendo en el bello idioma de Cervantes y adorando a Jesucristo.

Nuestra ciudad capital ha ido mutando de nombres así como de ubicaciones. Originalmente era Iximché, o «palo (planta) de maíz». Cuando llegaron los españoles debían fundar ciudades, conforme se comprometieron ante el rey a cambio de la autorización de venir a conquistar los nuevos territorios que, lógicamente, pertenecían al monarca. Empero ellos no eran albañiles, canteros ni carpinteros, eran bravos guerreros cuya mayor motivación era que venían a enriquecerse pronto; por ello buscaban básicamente oro o plata, nada de tierras fértiles, tampoco eran agricultores.

De Iximché hay un primer movimiento hacia Tecpán Guatemala, un asentamiento más al gusto de los parámetros hispanos a solo 3 kilómetros de la capital cakchiquel. Tecpán significa «casa o palacio real» o según otra interpretación «mansión de los dioses». En cuanto al término «Guatemala», es la primera vez que se usa de manera formal, casi oficial. Don Pedro la habrá escuchado de sus aliados tlaxcaltecas que hablaban náhuatl que acuñaron el término: a) como expresión (de asombro) de un «lugar de muchos árboles» o b) tradujeron al náhuatl el significado del vocablo «qui-ché» que quiere decir, igualmente, muchos árboles.

Las fricciones con los cakchiqueles iban en aumento por eso se acordó mover la capital a un valle fértil, con provisión de agua, planes y poca población nativa. El lugar escogido fue Almolonga que además, por estar a los pies del volcán de Agua, ofrecía una posición defensiva inmejorable. Empero esa ventaja se revirtió cuando las torrentadas que bajaron del volcán sepultaron la ciudad en 1541, con apenas 15 años de ser Santiago de Guatemala. A una legua del lugar siniestrado se fundó la tercera capital del reino, en el valle de Panchoy.

Esta ciudad era «nueva» y la que se inundó pasó a ser la «ciudad vieja» (nombre que se conserva). Con el tercer traslado después de los terremotos de 1773, la hasta entonces capital pasó a ser «La Antigua Guatemala» y la del valle de la Ermita era «La Nueva Guatemala». La tendencia católica resalta el nombre «La Nueva Guatemala de la Asunción» o «Guatemala de la Asunción», para otras corrientes es simplemente Guatemala o la Nueva Guatemala.

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