Sao Paulo
DPA
El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva pidió hoy a su Partido de los Trabajadores (PT) ser su candidato presidencial para las elecciones de 2018, un día después de ser condenado a más de nueve años de prisión por corrupción en un fallo judicial provisional de primera instancia.
«Voy a reivindicar del PT el derecho a que me coloquen como candidato», dijo Lula en un acto en la sede de su partido en Sao Paulo, rodeado de decenas de seguidores y simpatizantes de izquierda.
El carismático ex mandatario (2003-2010) ya había dicho en varias ocasiones que quiere aspirar por sexta vez a la presidencia, como respuesta a los juicios por corrupción que se le siguen desde hace más de un año. El PT debe nominarlo aún oficialmente.
«Si alguien piensa que con esa sentencia me sacaron de juego, pueden saber que yo estoy en el juego», agregó el ex líder sindical, que criticó duramente al juez que lo condenó, Sérgio Moro, en el marco de la megacausa anticorrupción «Lava Jato» («Lavado de autos»).
«Van tener un precandidato con problemas jurídicos, pero voy a librar una buena pelea democrática en las calles», bromeó también Lula ante la cúpula del partido.
«Estoy dispuesto a pelear de la misma manera que cuando tenía 30 años», aseguró, aguerrido, el antiguo activista obrero, que luchó contra la dictadura militar en los años 70. En la sede paulista del PT compareció con el semblante serio y sereno, vestido con una camisa roja y una chaqueta negra.
Moro condenó el miércoles a Lula a nueve años y medio de cárcel y a 19 años de inhabilitación para asumir cargos públicos. El ex mandatario puede sin embargo apelar la sentencia y esperar al fallo de segunda instancia en libertad.
Se estima que el proceso ante una corte de apelación dure meses, hasta un año. En ese caso, la sentencia definitiva podría darse a conocer en plena campaña electoral o incluso cuando Lula ya haya sido elegido para un tercer mandato presidencial.
El ex líder obrero e ícono de la izquierda latinoamericana lidera todas las encuestas actuales, con un 30 por ciento de los apoyos.
Pese a los juicios por corrupción, su popularidad sigue siendo alta sobre todo entre las clases más pobres. Durante sus dos mandatos, Lula sacó a millones de personas de la pobreza gracias a un «boom» económico impulsado por los altos precios del petróleo.
Brasil está sumido ahora en la recesión, que condujo a una contracción del -7,4 por ciento del producto interno bruto (PIB) en los dos últimos años. A ello se suma una grave crisis institucional debido a los constantes escándalos de corrupción.
Además de Lula está acusado de corrupción el actual mandatario, el conservador Michel Temer. El Congreso debe decidir en los próximos días si retira la inmunidad a Temer para que sea juzgado por cargos de que se benefició durante años del pago de sobornos.
Lula debe responder aún a cuatro juicios más vinculados con «Lava Jato».
En el primero de cinco procesos, Lula fue declarado culpable el miércoles de haber aceptado que la empresa OAS reformase un apartamento de lujo de tres pisos destinado a él en la costa de Sao Paulo, a cambio de dar a la firma un trato de favor en sus negocios con Petrobras.
La petrolera estatal está en el centro de las investigaciones de «Lava Jato». Lula niega todas las acusaciones y acusa a la Justicia de haberlo condenado por motivos políticos.
«La única prueba que existe en este proceso es la prueba de mi inocencia», aseguró Lula. «La Justicia no puede tomar decisiones políticas», dijo dirigido a Moro, el juez de 44 años que se ha convertido en su gran antagonista en los últimos meses.
Lula no llegó a ser propietario del tríplex de Guarujá reformado supuestamente para él en el litoral paulista. Moro, sin embargo, consideró como suficientes los indicios de que se había arreglado el soborno para emitir la condena.